Hola a todos!
Me encontré con una entrevista hecha el día 11 de enero al sensei Michio Kanai en la edición digital de Perú21
Les copio textual todo la entrevista que me ha parecido muy interesante y fresca.
Aikido significa 'el camino de la armonía’. Es un moderno arte marcial japonés que se preocupa por desarrollar el potencial físico, mental y espiritual de las personas. El sensei Michio Kanai lo enseñó durante 25 años en el Perú. Dejó muchos discípulos y se llevó un gran amor por el país.
Autor: Gonzalo Pajares Cruzado
“Nací durante la Segunda Guerra Mundial. De niño padecí hambre y, por ello, y porque no me gustaban las verduras (ríe), fui un muchacho enfermizo. Imagino que también pesó en esta situación los estragos de la guerra. Crecí, dejé mi pueblo, me mudé a Osaka, pero mi cuerpo seguía débil: tuve problemas con los riñones y con el estómago. Me internaron en un hospital –estuve un año y medio– y el médico me dijo que iba a tener que pasar mi vida allí. Yo no quise y abandoné el lugar.
¿Qué hizo, entonces?
Fui a Tokio. Estuve trabajando durante un año y practiqué aikido por las mañanas y las noches. Después de algunas semanas, volví al médico y me dijo: “¿Qué pasó? Está muy bien”. Él creía que era por las pastillas que me había dado, pero yo no las tomaba.
Es decir, el aikido empezó a sanarlo...
Exacto. Y yo cada día lo practicaba con más ganas, y mi salud mejoraba. Yo le decía al doctor: “Usted me atiende muy bien, por eso mejoro” (risas).
¿Qué tiene el aikido, siendo un arte marcial, que es capaz de curar incluso a las personas que están enfermas?
El aikido trabaja el cuerpo, mejora el espíritu y libera la mente. Esta preocupación por el desarrollo integral hace que quien lo practique se sienta mejor.
¿Cómo se convierte en sensei?
Con el tiempo y la experiencia. Los humanos tenemos la capacidad de pensar, pero siempre estamos peleando, siempre estamos en guerra, nunca tranquilos. Yo pensaba esto y me di cuenta de que el aikido nos podía hacer menos violentos. El aikido no solo es un arte marcial, una técnica física: es una escuela de valores, le dice no a la mentira, sí a la puntualidad, al respeto, a la tolerancia. Por ejemplo, en Japón hay muchas religiones y viven todas en armonía. El aikido promueve el bushido, que son los antiguos códigos y hábitos morales de los samuráis. Estos valores son universales, por eso todos podemos seguirlos.
¿Por qué decidió enseñar aikido en el Perú?
Yo vivía en Tokio y, un día, mi maestro me dijo, “te vas a Perú”. “¿Dónde queda?”, le dije. Yo solo conocía El cóndor pasa porque la música me gusta mucho (ríe). Era una orden de mi maestro y tenía que obedecerla. Vine a Huánuco, a una excavación arqueológica, para reemplazar a un maestro que estaba muy enfermo y que quería regresar a Japón. Era 1983 y me quedé 25 años. Ahora vivo en Estados Unidos.
Imagino que no sabía español.
Nada, siempre andaba con mi traductor (ríe). Me fui quedando, quedando. También tenía mucho trabajo y visité todo el Perú y comprobé que los peruanos vivían en un banco de oro. Yo siempre pensaba, “¿por qué no levanta el Perú si es tres veces más grande que Japón y solo tiene 28 millones de habitantes?”. Entonces, me dije, “yo puedo ayudar”. No había solo que hablar, era necesario pasar a la acción. Yo siempre les repetía esto a mis discípulos. Me fui del Perú cuando sentí que ya había sembrado en ellos este mensaje.
Imagino también que sintió que el país había mejorado…
Lima está bastante mejor, pero no tanto las provincias. Por eso yo siempre repito: “Levántate, Perú, levántate”. Yo muchas veces me digo: “¿Por qué no morí de joven si estaba bastante enfermo? Porque mi misión era conocer el Perú”, es mi respuesta.
Sé que ha dejado muchos discípulos en el Perú.
Son, por lo menos, dos generaciones. Yo fui uno de los pioneros del aikido en el Perú. Cuando llegué no se conocía mucho pero, felizmente, ahora muchos lo practican.
¿Hay una predisposición de los peruanos hacia el aikido?
El aikido tiene muy buena acogida porque, como le dije antes, no solo se pone énfasis en la técnica del arte marcial sino en la posibilidad de mejorar a la persona. He tenido alumnos de todas las edades y muchos, como yo, han encontrado aquí una cura a sus males, a sus desequilibrios. No sé cuál es la explicación científica, solo sé que sucede.
¿Esperó alguna vez un reconocimiento a su labor?
No, nunca me han interesado los premios. Yo solo he querido, después de haber padecido la Segunda Guerra Mundial, la enfermedad y el hambre, de que el hombre y el mundo sean mejores. Y el aikido tiene esta misión.
¿Qué hizo, entonces?
Fui a Tokio. Estuve trabajando durante un año y practiqué aikido por las mañanas y las noches. Después de algunas semanas, volví al médico y me dijo: “¿Qué pasó? Está muy bien”. Él creía que era por las pastillas que me había dado, pero yo no las tomaba.
Es decir, el aikido empezó a sanarlo...
Exacto. Y yo cada día lo practicaba con más ganas, y mi salud mejoraba. Yo le decía al doctor: “Usted me atiende muy bien, por eso mejoro” (risas).
¿Qué tiene el aikido, siendo un arte marcial, que es capaz de curar incluso a las personas que están enfermas?
El aikido trabaja el cuerpo, mejora el espíritu y libera la mente. Esta preocupación por el desarrollo integral hace que quien lo practique se sienta mejor.
¿Cómo se convierte en sensei?
Con el tiempo y la experiencia. Los humanos tenemos la capacidad de pensar, pero siempre estamos peleando, siempre estamos en guerra, nunca tranquilos. Yo pensaba esto y me di cuenta de que el aikido nos podía hacer menos violentos. El aikido no solo es un arte marcial, una técnica física: es una escuela de valores, le dice no a la mentira, sí a la puntualidad, al respeto, a la tolerancia. Por ejemplo, en Japón hay muchas religiones y viven todas en armonía. El aikido promueve el bushido, que son los antiguos códigos y hábitos morales de los samuráis. Estos valores son universales, por eso todos podemos seguirlos.
¿Por qué decidió enseñar aikido en el Perú?
Yo vivía en Tokio y, un día, mi maestro me dijo, “te vas a Perú”. “¿Dónde queda?”, le dije. Yo solo conocía El cóndor pasa porque la música me gusta mucho (ríe). Era una orden de mi maestro y tenía que obedecerla. Vine a Huánuco, a una excavación arqueológica, para reemplazar a un maestro que estaba muy enfermo y que quería regresar a Japón. Era 1983 y me quedé 25 años. Ahora vivo en Estados Unidos.
Imagino que no sabía español.
Nada, siempre andaba con mi traductor (ríe). Me fui quedando, quedando. También tenía mucho trabajo y visité todo el Perú y comprobé que los peruanos vivían en un banco de oro. Yo siempre pensaba, “¿por qué no levanta el Perú si es tres veces más grande que Japón y solo tiene 28 millones de habitantes?”. Entonces, me dije, “yo puedo ayudar”. No había solo que hablar, era necesario pasar a la acción. Yo siempre les repetía esto a mis discípulos. Me fui del Perú cuando sentí que ya había sembrado en ellos este mensaje.
Imagino también que sintió que el país había mejorado…
Lima está bastante mejor, pero no tanto las provincias. Por eso yo siempre repito: “Levántate, Perú, levántate”. Yo muchas veces me digo: “¿Por qué no morí de joven si estaba bastante enfermo? Porque mi misión era conocer el Perú”, es mi respuesta.
Sé que ha dejado muchos discípulos en el Perú.
Son, por lo menos, dos generaciones. Yo fui uno de los pioneros del aikido en el Perú. Cuando llegué no se conocía mucho pero, felizmente, ahora muchos lo practican.
¿Hay una predisposición de los peruanos hacia el aikido?
El aikido tiene muy buena acogida porque, como le dije antes, no solo se pone énfasis en la técnica del arte marcial sino en la posibilidad de mejorar a la persona. He tenido alumnos de todas las edades y muchos, como yo, han encontrado aquí una cura a sus males, a sus desequilibrios. No sé cuál es la explicación científica, solo sé que sucede.
¿Esperó alguna vez un reconocimiento a su labor?
No, nunca me han interesado los premios. Yo solo he querido, después de haber padecido la Segunda Guerra Mundial, la enfermedad y el hambre, de que el hombre y el mundo sean mejores. Y el aikido tiene esta misión.
Me encantó la entrevista,además estoy totalmente de acuerdo: el aikido te mantiene sano. Me permites ponerla en mi blog? gracias
ResponderEliminarClaro, no faltaba más! Honor que me haces
ResponderEliminar:-D
Un abrazo!