Hola a todos!
Hace algunos días, hablé con el Sensei Fernando Martínez de Aikido Yoshinkan de Argentina, a quien de nuevo le pedí que colaborara con KOKYU-DOSA y por supuesto, la respuesta fue positiva; el sensei siempre con su disposición infinita nos ayudó y escribió unas líneas maravillosas que debo decir, me golpearon el entendimiento, me llevaron a la reflexión del acto de entrenar y de tener un maestro...
Los invito a seguir leyendo y a hacer suyos por un instante esta cantidad de conceptos realmente maravillosos.
Mil gracias al Sensei Fernando Martínez... copio textualemente el material que me envió
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Shihan Ando & Sensei Fernando Martínez |
"En Setiembre pasado he tenido, una vez más,
la inmensa alegría de poder pasar un tiempo viviendo con mi Maestro, Ando
Tsuneo Shihan.
La distancia juega un rol importante en mi aprendizaje. El saber
que no me resulta materialmente fácil generar momentos donde pueda disfrutar de
su presencia física, me hace valorar y aprovechar al máximo cada segundo junto a él. Luego, quedan muchas cosas para
trabajar.
Intentaré aquí, transmitir mis propias
experiencias acerca de la relación Maestro –Discípulo (tan malentendida muchas
veces) y cómo vivo la manera que Ando
Sensei tiene de transmitir.
Sé que esas formas son las que él aprendió de
Gozo Shioda Kancho, y sospecho que también son las que este último recibió de
Ueshiba Kaiso.
En primer lugar, por tratarse
aquí de un arte japonés como el Aikido, deberíamos considerar las diferencias
generales que aparecen entre oriente y occidente respecto de la transmisión del
conocimiento.
Cuando de un DO se trata (un
arte que implica un modo de vida), el Maestro es realmente Maestro en tanto
conozca y domine ciertas cosas vinculadas con su propio espíritu y la veracidad
de esa maestría dependerá de la profundidad de ese dominio.
Con
esta premisa (nada más ni nada menos) el Maestro está en condiciones de
comunicar a su discípulo lo único que puede comunicarle: su propia existencia y
modo de vivir.
El
Maestro no busca al alumno. Este viene y se va por su propia voluntad. Lo que
mueve al estudiante, es el profundo deseo de obtener algo que su Maestro tiene
y que él busca, muchas veces sin saber cómo ni para qué.
La
única fuente de la que se nutre la autoridad del Maestro es la experiencia
auténtica. Aikido
no se comprende si el entendimiento intelectual no va cediendo su espacio a la voluntad. Esa fuerza es
necesaria para la transformación del carácter, que es condición de posibilidad
sine qua non para aprenderlo. El conocimiento meramente intelectual no exige
esa transformación de la propia existencia, esencial para cualquier Budoka.
Estar
junto al Maestro implica intentar leer sus pensamientos y necesidades todo el
tiempo, y anticiparse a dar una respuesta correcta, espontánea y sin demoras
antes de que él necesite pedir algo. Eso
implica, por ejemplo, cargar sus cosas, preparar su comida cuando notamos que
tiene hambre, su baño si nos damos cuenta de que desea tomarlo y abrir las
puertas a su paso, un segundo antes de que él pueda posar su mano en el
picaporte.
No hay
mejor entrenamiento que este para desarrollar Zanshin (espíritu alerta) y sen
no sen (anticipar los movimientos del atacante). Nada tiene que ver esta
metodología con una especie de servidumbre del discípulo, tal como suele
interpretarse en occidente.
Estos
trabajos colocan la consciencia fuera de las propias necesidades, entrenándonos
para ver qué le pasa al otro. Si ese
otro es nuestro Maestro, tanto mejor, ya que puedo de algún modo expresar mi
gratitud.
Con el
tiempo y la práctica, se establece una comunicación muy profunda: I Shin den
Shin – de corazón a corazón – sin artificios ni interferencias.
Ese es
el modo de asir la médula del Maestro. Observarlo todo el tiempo y aprender.
Esta forma de entrenamiento es terriblemente dura y exigente. Requiere de mucha
fortaleza física y espiritual. Nunca
podremos ser maestro sin volvernos antes realmente discípulos: Mushotoku – sin
búsqueda de provecho personal ni intenciones secretas.
Aikido,
desde el punto de vista del combate, es principalmente dominio del tiempo y el
espacio. Eso se
practica al ejecutar las técnicas, pero también durante es servicio al Dojo y
al Maestro. El momento y la distancia.
Aikido
es actuar cuando hay que actuar y esperar cuando hay que esperar. Hablar cuando
es necesario y callar si es el momento del silencio. Saber acercarse y también
comprender cuándo tomar distancia.
Ese es
el Aikido de O Sensei y de Gozo Shioda Kancho. Un tesoro que debemos conservar
y transmitir con alegría y respeto a las generaciones futuras."