La fotografía que ven a su mano derecha, inspira la entrada de hoy que viene aliñada en gran medida también en mi experiencia con los más pequeños del dojo. Muchas veces, los padres, o los mismos alumnos llegan a la escuela motivados a aprender solo la técnica de un arte marcial y aunque creo en la diversidad de motivos para empezar a entrenar, no debe ser esto lo único que promueva el entrenamiento de una persona.
En un buen dojo, seguramente encontrará un buen maestro que sepa impartir conocimiento técnico y enseñar valores como el trabajo en equipo, la disciplina, la honestidad, moral... etc, pero sin duda, esta enseñanza se adquiere en el hogar y se refuerza en el dojo y no al revés y digo esto, pues me ha tocado escuchar a madres que llevan a sus hijos, para que sean educados dentro del tatami, mientras el niño muestra síntomas más que visibles de irrespeto, de indisciplina o de agresividad. También me ha tocado escuchar, argumentos vergonzoso como "mi hijo no vino aquí para aprender a limpiar" Sin duda alguna, se trata no solo tratar de educar al practicante, sino también al padre... y esto puede ser una tarea titánica.
Pasar de grado o de cinta, representa muchas cosas, entre ellas el dominio de la técnica, pero ese dominio viene en combo... no es solo la técnica; es un poco más de agradecimiento, de esfuerzo, es un poco más de trabajo que siempre dejan enseñanzas.
Mi consejo en todo esto, si es que estoy autorizado de alguna manera para aconsejar a alguien es que el "mejor" aprendizaje que podemos recibir no será la técnica, será lo que nos haga un mejor ser humano.
Aikido es uno de varios caminos... escoge el tuyo y transítalo con honestidad.
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