Cortesía: INFOAIKIDO
viernes, 29 de junio de 2012
jueves, 28 de junio de 2012
Ikkyo, todo un oxímoron
Hola a todos!
El oxímoron dentro de las figuras literarias en retórica, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, que genera un tercer concepto.
Hace algunos días escrbí un tweet que decía, "Una clase de ikkyo puede ser la sensacion más frustante que puedes experimentar" Esto lo dije horas después de entrenar con el Sensei Requena y que nada me saliera bien. Claro, esto no tiene nada de raro, pero hubo una respuesta que debo replicar aquí del Sensei, Amigo, Daniel Neves en este camino inagotable que me dejó pensativo y que me hizo reflexionar... sabiamente el me respondió "Ikkyo no es fácil, sólo es simple... como todo en Aikido. Puede haber un comentario más acertado que éste? lo dudo.
Morihei Ueshiba. Katame waza |
Lo no fácil y lo simple, se puede conjugar en una misma idea? Tal vez, sí, tal vez no... Lo cierto es que cada día nos enfrentamos a esta tarea en el tatami y también fuera de él, pero el problema seguramente está en nuestros paradigmas! Lo cierto es que hoy estoy hablando de Ikkyo, que entre los pasillos le dicen algo así como que es la técnica de los 100 años, y en el tatami dicen que es la base de todo el Aikido, pero podríamos decir que se trata de el arte fundado por Ueshiba. Lo difícil hacerlo simple, eso es todo un oxímoron.
Con frecuencia veo como alumnos más avanzados que yo, cosa que no es difícil, enseñan cosas que con dificultad entiendo o me salen correctamente y son realmente sencillas entonces, dónde estriba lo complejo de una técnica de Aikido incluso para quienes tienen tiempo entrenando?
Tal vez este sea el éxito del Aikido o de una buena técnica per se, es decir, cuando tenemos que ejecutar el Aikido no nos podemos darnos el lujo de hacer cosas rebuscadas, difíciles. Todo debe ser tan simple como... moverse, salirse de la línea de ataque y buscar una posición favorable y esto es, por lo menos a simple vista, una tarea sencilla.
Toda esta reflexión me ha llevado a reafirmar varios conceptos. El primero y creo que el más importante en la vida es shoshin, mente de principiante... siempre, el otro, es el de la constancia, seguir entrenando, pues se trata de una "lucha" interna.
martes, 26 de junio de 2012
lunes, 25 de junio de 2012
Atemi
Hola a todos!
Hace algunos meses hablabamos de este tema y me pareció interesante citar este buen artículo de iwamalatino.blogspot.com. Copio textualmente para todos los lectores de KOKYU-DOSA
“Aikido es 90% Atemi” esta es una frase utilizada a
menudo por distintos profesores de nuestra escuela. O-Sensei puede ser
visto ejecutando atemi y kiai inclusive en películas de sus últimos
años, cuando su Aikido se había vuelto mucho menos físico. A pesar de
sus palabras y actos, Atemi es dejado prácticamente de lado en las
prácticas de la mayoría de los dojos de Aikido, tomando como premisa que
este golpe inicial no es tan importante para ejecutar las técnicas. Sin
embargo, existen técnicas que son absolutamente incomprensibles sin la
presencia del Atemi, desde el punto de vista marcial.
Etimológicamente, ATERU expresa la idea de estimar y evaluar con precisión la superficie y precio de un campo. Por extensión tenemos: situar exactamente, caer justo en el sitio querido, en el centro de un blanco, por ejemplo, a la idea de estimar, evaluar se le une, por tanto, la noción de éxito.
MI: el cuerpo. En el antiguo Budo, Atemi consistía en golpear los puntos
vitales del adversario para provocar una pérdida del conocimiento o la
muerte. Herir en superficie o, incluso, romper un hueso, no era Atemi.
Atemi y kiai van de la mano, y son herramientas importantes para parar o
redireccionar la mente del atacante y desequilibrarlo
satisfactoriamente. Inclusive aun si el golpe físico no es realizado, un
estado mental que previene o interrumpe el ataque es un componente
vital del estado mental del Aikido. Aunque en muchos dojos hoy en día,
el uso de atemi o kiai produciría menosprecio del profesor a cargo,
quien los consideraría crudos, con significado violento que no tienen
lugar en el arte de la “armonía”. Este malentendido común indica la
falta de entendimiento del origen de este arte marcial y de la teoría y
práctica del Fundador.
Extraído de: http://iwamalatino.blogspot.com/
jueves, 21 de junio de 2012
El porder del Kokyu, por Gozo Shioda
Hola a todos!
Conocer acerca del poder el Kokyu es una excelente manera de celebrar nuestra entrada al blog 901. Que disfruten. Esta en inglés, pero creanme bastante sencillo! Yo lo leí. ;)
Si ya leyó el título de esta entrada, queremos advertirle que no se trata de publicidad para el blog. Lo que me perito compartir hoy con ustedes es un pequeño segmento de uno de los libros escritos por el gran maestro Gozo Shioda Aikido Shugyo, La Armonía en Confrontacion.
Conocer acerca del poder el Kokyu es una excelente manera de celebrar nuestra entrada al blog 901. Que disfruten. Esta en inglés, pero creanme bastante sencillo! Yo lo leí. ;)
martes, 19 de junio de 2012
Preservar la paz
Hola a todos!
Quienes hemos elegido algún budo como parte fundamental de nuestras vidas sabemos realmente qué significa entrenar con el corazón y no solo por aprender a defendernos... pero qué proyectamos realmente a las terceras personas?
Con alarmante asombro veo como mucha gente piensa que el motivo de nuestra práctica tiene el fin último de salir a la calle y romperle la cara, un hueso y por qué no humillarlos sólo porque nos estamos defendiendo y ya saben no pudimos "evitar" la pelea. Nunca falta quienes preguntan por qué entrenamos si ya las diferencias se arreglan con armas de fuego o cosas así.
Este es un problema muy amplio y que hay que verlo desde varios puntos de vista. Así lo veo, pues se trata de un caldo de cultivo para la violencia y quienes entrenamos no podemos ser parte de esta triste realidad. Peleas que no se pueden evitar, artistas marciales que tienen que poner en práctica el entrenamiento de toda una vida y gente que se defiende con armas de fuego, o armas blancas... Todo un cóctel explosivo.
A menudo pienso que gran parte del problema radica en quienes practican artes marciales, pues me parece normal que alguien que no ha dedicado ni un minuto al Do, piense que lo único que se hace es tirar patadas y puños, pero que cada uno de nosotros NO sirva de multiplicador de la filosofía que practica es un gran error.
Cada practicante debe con su actitud estar al servicio de la difusión y la multiplicación del conocimiento, quienes nos entrenamos debemos preservar la paz a toda costa.
Cada practicante debe con su actitud estar al servicio de la difusión y la multiplicación del conocimiento, quienes nos entrenamos debemos preservar la paz a toda costa.
lunes, 18 de junio de 2012
Pensar en las pequeñas cosas...
Hola a todos!
Este será con seguridad la entrada más corta que encontrarás en KOKYU-DOSA.
"Sólo si nos detemos a pensar en las pequeñas cosas, llegamos a comprener las grandes"
José Saramago.
A 2 años de la muerte del escritor portugués.
sábado, 16 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
Sensei Daniel Lance en Caracas
Hola a todos!
Venezuela Aikikai recibirá al Sensei Daniel Lance en el Centro Nacional de Entrenamiento de Aikido este 30 de junio y 31 julio. Una excelente oportunidad para entrenar con un maravilloso maestro.
Nos vemos en el tatami
jueves, 14 de junio de 2012
La Internacionalización del Aikido
Hola a todos!
El Doshu, Kisshomaru Ueshiba escribe estas líneas luego de celebrarse el III Congreso IAF, el 31 de diciembre de 1999. Me parece un texto revelador en muchos sentidos. La preocupación por la difusión del arte marcial fundado por Morihei Ueshiba, pero bajo ciertos parámetros que ayuden a la preservar la escencia del Aikido.
Sin duda alguna, esta carta pública es uno de esos documentos dignos de leer, releer y estudiar, por su importancia histórica en el devenir del del Aikido.
Me tomé el atrevimiento de subrayar varias ideas que me parecen de gran
interés y que expresan en un sentido amplio la grandeza de espíritu y la
claridad con la que actuó el maestro Kisshomaru Ueshiba.
Doshu Kisshomaru Ueshiba |
El III Congreso de la Federación Internacional de Aikido se celebró en París en 1980, y en él delegados de todo el mundo discutieron y aprobaron unánimemente la internacionalización del Aikido centralizada en el Hombu Dojo, en Tokyo. El ambiente durante esos cuatro días estaba verdaderamente cargado de entusiasmo por tan ambiciosa empresa.
Especialmente gratificante fue la confirmación por parte de los delegados de que el Aikido contiene lo mejor de la cultura espiritual de Japón. No sólo reconocieron su base filosófica hondamente enraizada en la tradición japonesa, de hecho, la mayoría expresó que su interés por el Aikido estaba directamente relacionado con el hecho de que representaba lo mejor de la cultura japonesa.
Menciono esto porque durante algún tiempo me ha preocupado la forma en que las Artes Marciales japonesas se han desarrollado en el extranjero. Cuando se las trasplanta a otros países, algunas Artes Marciales parecen perder sus características tradicionales y se convierten en un asunto solo de habilidad física, de manera que la final el centro del Arte se desplaza a los países que generan mejores competidores físicamente fuertes y técnicamente habilidosos. No puedo estar de acuerdo con que esto sea una consecuencia inevitable de la internacionalización. En lo que se refiere al Aikido, su esencia está integrada por la singularidad de la filosofía japonesa, hasta tal punto que estoy convencido de que quien no esté de acuerdo con esto no puede ser considerado un practicante de Aikido. El significado de la internacionalización no es, pues, que la tradición original se internacionaliza, sino que los practicantes de Aikido se todos los países se transforman y se unen a esa tradición.
Durante todo el congreso estuve expresando mi preocupación a delegados de diversos países, y creo que la mayoría aceptó y apoyó mi punto de vista, lo que probablemente se debe al hecho de que el Aikido es principalmente un camino espiritual que condena cualquier forma de competición o concurso, en los que se deciden los vencedores y los vencidos y cuyo único aliciente es ganar.
El sistema competitivo es la raíz de los problemas que surgen con la internacionalización de las Artes Marciales japonesas, pues aunque las competiciones han jugado un papel definitivo en la difusión de las Artes Marciales a lo largo del mundo, también suprimen la cualidad esencial del Budo, cuya principal preocupación es el cultivo del espíritu. Cuando la fuerza lo decide todo, las vías marciales japonesas pierden su verdadera esencia, y entonces es natural que la destreza física se apodere del centro de la escena. Cuando tal cosa sucede, Japón pierde sus derechos derivados del desarrollo de un Arte Marcial único, no relacionado con la violencia ni con la brutalidad, sino con la paz y el amor.
Reitero esta observación porque no quiero ver al Aikido cometiendo las equivocaciones de las otras Artes Marciales que se han extendido por el mundo. Yo, por supuesto, estoy muy agradecido por los desinteresados esfuerzos y los sacrificios realizados por los instructores de Aikido, que han propagado las semillas del Arte por los distintos países del mundo. La expansión del Aikido comenzó en los años cincuenta en Francia, Hawai, Nueva York y otras partes de los EEUU, y continuó en los años setenta en Inglaterra, Italia, Brasil, Argentina, Australia y países del Sudeste Asiático. Acogí con satisfacción este desarrollo, pero no pude responder inmediatamente a las numerosas invitaciones para visitar los centros extranjeros de Aikido, debido principalmente a la preocupación anteriormente mencionada.
Tras sopesar el asunto cuidadosamente, concluí que podíamos proceder a ellos, si antes aclarábamos dos cuestiones fundamentales respecto al Aikido: que la esencia del Aikido es la única filosofía japonesa que confirma la búsqueda espiritual como primer principio del Budo; y que la única forma verdadera de Aikido es la tradición instituida por el Maestro Ueshiba. Mientras se acepten y se confirmen estos dos principios podremos evitar los errores observados en la expansión de otras Artes Marciales. Y mientras mantengamos el característico rechazo del Aikido por los concursos competitivos, conservaremos la integridad del verdadero Budo.
El III Congreso de la Federación Internacional de Aikido, en 1980, fue un acontecimiento verdaderamente significativo que señaló el amanecer de una nueva era para el Aikido mundial. Para mí, como Doshu, dicho acontecimiento fue enormemente alentador por el apoyo que recibí en lo que se refería a mis preocupaciones e ideas respecto al futuro internacional del Aikido.
Hojeando los periódicos tras mi regreso a Japón me encontré con el siguiente artículo en el Nihon Keizai Shimbun (30 de septiembre de 1980), que decía entre otras cosas:
"Es verdaderamente asombroso el creciente interés por las Artes Marciales japonesas. Al principio sólo había Judo, pero actualmente hay dojos de Karate y de Aikido por todas partes, con toda clase de personas disfrutando de las sesiones de práctica, desde la gente común a los intelectuales.
¿Por qué es tan popular el Budo japonés? En el caso del Aikido no se trata de un deporte de combate para ver quién gana, y cualquier persona -de mediana edad, viejos, mujeres y niños- puede participar en él plenamente, lo que le hace atractivo para aquellos que quieren hacer algún ejercicio por motivos de salud. Más importante, sin embargo, es la invitación que hace a observar la etiqueta y el comportamiento correctos y a nutrirse de la mística oriental que haya en Waza, las cuales impregnan totalmente la mente y el cuerpo de uno.
El secreto del éxito económico japonés, ya sea en la industria electrónica o en la del automóvil, estriba en situar el objetivo en el dominio de la técnica básica, y una vez que ésta ha sido digerida por completo, salir con algo nuevo. Este esfuerzo se soporta con el espíritu de armonía y cooperación, que es Ai-Ki. Esperamos que esta esencia sea transmitida a los occidentales en la reunión de la Federación Internacional de Aikido, no sin antes recordar a los japoneses que después del orgullo viene la caída".
Pensé que el periodista era muy perspicaz en sus comentarios sobre el interés occidental por el Aikido. Desde hace tiempo yo mismo he percibido que la principal atracción ha estado en énfasis por la "etiqueta y el comportamiento correctos", y me ha dado la impresión que la mayoría de los practicantes de Aikido comprenden perfectamente lo que quiere decir esto, del mismo modo que lo que se conoce como "mística oriental". No todos, por supuesto, han alcanzado ese nivel, pues existen diferentes ambientes culturales, y puede que además la apreciación general de los aspectos relativos a la esencia del Aikido sea mayor entre alumnos japoneses atentos.Sin embargo, puedo decir con seguridad que entre los occidentales los hay que demuestran más intensidad en su búsqueda de la espiritualidad del Budo que la media japonesa comprometida en el Aikido.
En los practicantes franceses hay muchos que han estado profundamente inmersos en el entrenamiento Zen, y miran al Aikido como una forma dinámica de Zen. En Inglaterra, estudiantes y graduados de Oxford, Cambridge y otras universidades muestran gran simpatía por los ideales del Aikido manifestados en su visión del mundo y en la integración de la mente y el cuerpo. Muchos alumnos que he conocido en EEUU buscan en el entrenamiento de Aikido una clave para su propia identidad, y en Alemania algunos ven en él la esencia del espíritu japonés y creen que le Aikido puede contribuir a que la civilización occidental salga del atolladero en que se encuentra. Recientemente ha habido una súbita oleada de interés por el Aikido en el Sudeste de Asia. Parece ser que una de las razones es la creencia de que el fuerte espíritu engendrado por el Budo puede haber contribuido a la prosperidad económica japonesa, fenómeno que se contempla con tanto asombro como envidia.
Pero éstas son meras abstracciones de mis impresiones personales respecto a los motivos por los que la gente de diferentes países se interesan por el Aikido, y no son, pues, el resultado de ningún estudio objetivo. En verdad, aún tengo pendiente captar con precisión dichos motivos. Sin embargo, después de haber hablado con extranjeros, lo mismo en el Hombu Dojo como durante mis muchos viajes al exterior, mis impresiones pueden contener algo de verdad.
Me parece que muchos de los que han atravesado las puertas del Aikido no lo han hecho directamente, sino siguiendo un camino sinuoso. Quiero decir que muchos están impresionados por la espiritualidad japonesa y se dirigen al Aikido porque parece que es lo que mejor simboliza esto. Y una vez que comienza el entrenamiento conocen la unidad del "yo" con el propio cuerpo, con la Naturaleza, y con el Universo, y se convierten en alumnos para toda la vida.
Este tipo de acercamiento al Aikido origina una apreciación muy intelectual de su esencia, debida quizá al hecho de que entre los occidentales el Aikido tiende a atraer a gente educada y reflexiva, y, puesto que son inteligentes, captan el Aikido tanto en su particularidad (la más alta expresión de espiritualidad japonesa) como en su universalidad (la belleza y racionalidad de los movimientos del Aikido).
Mientras todos los practicantes, japoneses y extranjeros por igual, traten de entrenar rigurosamente y procuren cultivar el espíritu, el futuro del Aikido estará asegurado. Haciendo estas dos cosas contribuiremos en nuestra propia medida a hacer de este mundo un lugar mejor para nosotros y para nuestros hijos. Porque después de todo ese es el objetivo del verdadero Budo.
Por K. Ueshiba.
Especialmente gratificante fue la confirmación por parte de los delegados de que el Aikido contiene lo mejor de la cultura espiritual de Japón. No sólo reconocieron su base filosófica hondamente enraizada en la tradición japonesa, de hecho, la mayoría expresó que su interés por el Aikido estaba directamente relacionado con el hecho de que representaba lo mejor de la cultura japonesa.
Menciono esto porque durante algún tiempo me ha preocupado la forma en que las Artes Marciales japonesas se han desarrollado en el extranjero. Cuando se las trasplanta a otros países, algunas Artes Marciales parecen perder sus características tradicionales y se convierten en un asunto solo de habilidad física, de manera que la final el centro del Arte se desplaza a los países que generan mejores competidores físicamente fuertes y técnicamente habilidosos. No puedo estar de acuerdo con que esto sea una consecuencia inevitable de la internacionalización. En lo que se refiere al Aikido, su esencia está integrada por la singularidad de la filosofía japonesa, hasta tal punto que estoy convencido de que quien no esté de acuerdo con esto no puede ser considerado un practicante de Aikido. El significado de la internacionalización no es, pues, que la tradición original se internacionaliza, sino que los practicantes de Aikido se todos los países se transforman y se unen a esa tradición.
Durante todo el congreso estuve expresando mi preocupación a delegados de diversos países, y creo que la mayoría aceptó y apoyó mi punto de vista, lo que probablemente se debe al hecho de que el Aikido es principalmente un camino espiritual que condena cualquier forma de competición o concurso, en los que se deciden los vencedores y los vencidos y cuyo único aliciente es ganar.
El sistema competitivo es la raíz de los problemas que surgen con la internacionalización de las Artes Marciales japonesas, pues aunque las competiciones han jugado un papel definitivo en la difusión de las Artes Marciales a lo largo del mundo, también suprimen la cualidad esencial del Budo, cuya principal preocupación es el cultivo del espíritu. Cuando la fuerza lo decide todo, las vías marciales japonesas pierden su verdadera esencia, y entonces es natural que la destreza física se apodere del centro de la escena. Cuando tal cosa sucede, Japón pierde sus derechos derivados del desarrollo de un Arte Marcial único, no relacionado con la violencia ni con la brutalidad, sino con la paz y el amor.
Reitero esta observación porque no quiero ver al Aikido cometiendo las equivocaciones de las otras Artes Marciales que se han extendido por el mundo. Yo, por supuesto, estoy muy agradecido por los desinteresados esfuerzos y los sacrificios realizados por los instructores de Aikido, que han propagado las semillas del Arte por los distintos países del mundo. La expansión del Aikido comenzó en los años cincuenta en Francia, Hawai, Nueva York y otras partes de los EEUU, y continuó en los años setenta en Inglaterra, Italia, Brasil, Argentina, Australia y países del Sudeste Asiático. Acogí con satisfacción este desarrollo, pero no pude responder inmediatamente a las numerosas invitaciones para visitar los centros extranjeros de Aikido, debido principalmente a la preocupación anteriormente mencionada.
Tras sopesar el asunto cuidadosamente, concluí que podíamos proceder a ellos, si antes aclarábamos dos cuestiones fundamentales respecto al Aikido: que la esencia del Aikido es la única filosofía japonesa que confirma la búsqueda espiritual como primer principio del Budo; y que la única forma verdadera de Aikido es la tradición instituida por el Maestro Ueshiba. Mientras se acepten y se confirmen estos dos principios podremos evitar los errores observados en la expansión de otras Artes Marciales. Y mientras mantengamos el característico rechazo del Aikido por los concursos competitivos, conservaremos la integridad del verdadero Budo.
El III Congreso de la Federación Internacional de Aikido, en 1980, fue un acontecimiento verdaderamente significativo que señaló el amanecer de una nueva era para el Aikido mundial. Para mí, como Doshu, dicho acontecimiento fue enormemente alentador por el apoyo que recibí en lo que se refería a mis preocupaciones e ideas respecto al futuro internacional del Aikido.
Hojeando los periódicos tras mi regreso a Japón me encontré con el siguiente artículo en el Nihon Keizai Shimbun (30 de septiembre de 1980), que decía entre otras cosas:
"Es verdaderamente asombroso el creciente interés por las Artes Marciales japonesas. Al principio sólo había Judo, pero actualmente hay dojos de Karate y de Aikido por todas partes, con toda clase de personas disfrutando de las sesiones de práctica, desde la gente común a los intelectuales.
¿Por qué es tan popular el Budo japonés? En el caso del Aikido no se trata de un deporte de combate para ver quién gana, y cualquier persona -de mediana edad, viejos, mujeres y niños- puede participar en él plenamente, lo que le hace atractivo para aquellos que quieren hacer algún ejercicio por motivos de salud. Más importante, sin embargo, es la invitación que hace a observar la etiqueta y el comportamiento correctos y a nutrirse de la mística oriental que haya en Waza, las cuales impregnan totalmente la mente y el cuerpo de uno.
El secreto del éxito económico japonés, ya sea en la industria electrónica o en la del automóvil, estriba en situar el objetivo en el dominio de la técnica básica, y una vez que ésta ha sido digerida por completo, salir con algo nuevo. Este esfuerzo se soporta con el espíritu de armonía y cooperación, que es Ai-Ki. Esperamos que esta esencia sea transmitida a los occidentales en la reunión de la Federación Internacional de Aikido, no sin antes recordar a los japoneses que después del orgullo viene la caída".
Pensé que el periodista era muy perspicaz en sus comentarios sobre el interés occidental por el Aikido. Desde hace tiempo yo mismo he percibido que la principal atracción ha estado en énfasis por la "etiqueta y el comportamiento correctos", y me ha dado la impresión que la mayoría de los practicantes de Aikido comprenden perfectamente lo que quiere decir esto, del mismo modo que lo que se conoce como "mística oriental". No todos, por supuesto, han alcanzado ese nivel, pues existen diferentes ambientes culturales, y puede que además la apreciación general de los aspectos relativos a la esencia del Aikido sea mayor entre alumnos japoneses atentos.Sin embargo, puedo decir con seguridad que entre los occidentales los hay que demuestran más intensidad en su búsqueda de la espiritualidad del Budo que la media japonesa comprometida en el Aikido.
En los practicantes franceses hay muchos que han estado profundamente inmersos en el entrenamiento Zen, y miran al Aikido como una forma dinámica de Zen. En Inglaterra, estudiantes y graduados de Oxford, Cambridge y otras universidades muestran gran simpatía por los ideales del Aikido manifestados en su visión del mundo y en la integración de la mente y el cuerpo. Muchos alumnos que he conocido en EEUU buscan en el entrenamiento de Aikido una clave para su propia identidad, y en Alemania algunos ven en él la esencia del espíritu japonés y creen que le Aikido puede contribuir a que la civilización occidental salga del atolladero en que se encuentra. Recientemente ha habido una súbita oleada de interés por el Aikido en el Sudeste de Asia. Parece ser que una de las razones es la creencia de que el fuerte espíritu engendrado por el Budo puede haber contribuido a la prosperidad económica japonesa, fenómeno que se contempla con tanto asombro como envidia.
Pero éstas son meras abstracciones de mis impresiones personales respecto a los motivos por los que la gente de diferentes países se interesan por el Aikido, y no son, pues, el resultado de ningún estudio objetivo. En verdad, aún tengo pendiente captar con precisión dichos motivos. Sin embargo, después de haber hablado con extranjeros, lo mismo en el Hombu Dojo como durante mis muchos viajes al exterior, mis impresiones pueden contener algo de verdad.
Me parece que muchos de los que han atravesado las puertas del Aikido no lo han hecho directamente, sino siguiendo un camino sinuoso. Quiero decir que muchos están impresionados por la espiritualidad japonesa y se dirigen al Aikido porque parece que es lo que mejor simboliza esto. Y una vez que comienza el entrenamiento conocen la unidad del "yo" con el propio cuerpo, con la Naturaleza, y con el Universo, y se convierten en alumnos para toda la vida.
Este tipo de acercamiento al Aikido origina una apreciación muy intelectual de su esencia, debida quizá al hecho de que entre los occidentales el Aikido tiende a atraer a gente educada y reflexiva, y, puesto que son inteligentes, captan el Aikido tanto en su particularidad (la más alta expresión de espiritualidad japonesa) como en su universalidad (la belleza y racionalidad de los movimientos del Aikido).
Mientras todos los practicantes, japoneses y extranjeros por igual, traten de entrenar rigurosamente y procuren cultivar el espíritu, el futuro del Aikido estará asegurado. Haciendo estas dos cosas contribuiremos en nuestra propia medida a hacer de este mundo un lugar mejor para nosotros y para nuestros hijos. Porque después de todo ese es el objetivo del verdadero Budo.
Por K. Ueshiba.
Extraído de: http://aikidomartafernandez.com/index.php/art-culos/
miércoles, 13 de junio de 2012
martes, 12 de junio de 2012
Dento Iwama Ryu: Nuevo blog oficial
Hola a todos!
Recibimos con bastante agrado un nuevo blog iwamalatino.blogspot.com. Según expresan en sus líneas, una "voz oficial" de la escuela Dento Iwama Ryu en América Caribe y el Caribe, todo por el crecimiento exponencial que ha tenido la escuela en la región.
Desde KOKYU-DOSA le deseamos a este nuevo espacio en la bloggosfera mucho éxito en sus trámites por comunicar cada vez más y mejor todas las noticias.
Demás está invitarles a que pasen por iwamalatino.blogspot.com y se hagan files seguidores!
sábado, 9 de junio de 2012
Aikido. Estudio Completo por Koichi Tohei
Hola a todos!
Estoy muy contento hoy. He conseguido muy fácilmente un material maravilloso y que desconocía hasta este momento. Aikido Estudio Completo, es un libro escrito por el máximo representante de la Ki Aikido, maestro Koichi Tohei y que hace un repaso minucioso que empieza desde la vida humana pasa largamente por el uso de KI y todo lo relacionado con la vida en Aikido... lo mejor? es gratis, esta en .pdf y en el idioma de Cervantes, qué más pueden pedir? el enlace.
Para descargar en tu ordenador el libro del maestro Tohei, haz click aquí
viernes, 8 de junio de 2012
Entrevista a Sakanashi Masafumi Shihan (II parte)
Hola a todos!
Estoy muy complacido de seguir leyendo esta tremenda entrevista realizada por Pequeños Universos. Esta, la segunda parte, fue realizada el 4 de febrero de 2012 y se sigue esbozando de manera magistral el ser humano, el maestro y el líder quien era el Shihan Masafumi sakanashi.
Lean y mantengamos al maestro vivo en nuestra práctica diria.
Que tengan buena práctica!
En las oportunidades en las que usted regresó a Japón, o
durante los seminarios internacionales organizados por el CDA u otras
instituciones, ¿volvió a cruzarse con algún camarada de la época de sus
inicios? Si fue así, ¿cómo fueron esos encuentros?
Desde que vine a la Argentina tuve la posibilidad de cruzarme, por ejemplo, con un compañero de la misma promoción de aquel entonces: Héctor Flores, que es alumno de Kurata sensei. Fue durante la época del Kobukan Dojo, que quedaba en las calles Tucumán y Montevideo (Ciudad de Buenos Aires). Hemos practicado muy bien. Y hace poco –unos 3 o 4 años atrás– estuvo Yasuno sensei. Yasuno sensei es senpai mío, pero practicábamos mucho juntos en las clases de Yamaguchi sensei. Hoy ya es un gran maestro, por supuesto.
De la misma época nuestra era, también, el Doshu actual. Ueshiba Moriteru Doshu tiene 4 años de edad más que yo.
Desde que vine a la Argentina tuve la posibilidad de cruzarme, por ejemplo, con un compañero de la misma promoción de aquel entonces: Héctor Flores, que es alumno de Kurata sensei. Fue durante la época del Kobukan Dojo, que quedaba en las calles Tucumán y Montevideo (Ciudad de Buenos Aires). Hemos practicado muy bien. Y hace poco –unos 3 o 4 años atrás– estuvo Yasuno sensei. Yasuno sensei es senpai mío, pero practicábamos mucho juntos en las clases de Yamaguchi sensei. Hoy ya es un gran maestro, por supuesto.
De la misma época nuestra era, también, el Doshu actual. Ueshiba Moriteru Doshu tiene 4 años de edad más que yo.
¿Y qué recuerdos tiene de la práctica con Yasuno sensei?
Yasuno sensei era una persona muy eficaz y práctica. En su técnica no había muchas vueltas. Les repito que estábamos todos muy concentrados en hallar la forma de “tomar el centro”, en encontrar el modo de trabajar sobre lo que Yamaguchi sensei mostraba. La verdad es que no tengo recuerdos muy específicos de nadie, porque el grado de concentración de cada uno era tal, el deseo de salir a buscar lo que Yamaguchi sensei dejaba era tan grande que, en realidad, no nos preocupaba mucho qué hacía el otro. La práctica nuestra consistía en eso o, por lo menos, eso me sucedía a mí. Es más, cuando volví a la Argentina lo único que hice en el transcurso de los primeros 10 años fue practicar exclusivamente eso. Enseñaba, pero practicaba lo que había aprendido con Yamaguchi sensei, no tenía otra cosa en mente.
Yasuno sensei era una persona muy eficaz y práctica. En su técnica no había muchas vueltas. Les repito que estábamos todos muy concentrados en hallar la forma de “tomar el centro”, en encontrar el modo de trabajar sobre lo que Yamaguchi sensei mostraba. La verdad es que no tengo recuerdos muy específicos de nadie, porque el grado de concentración de cada uno era tal, el deseo de salir a buscar lo que Yamaguchi sensei dejaba era tan grande que, en realidad, no nos preocupaba mucho qué hacía el otro. La práctica nuestra consistía en eso o, por lo menos, eso me sucedía a mí. Es más, cuando volví a la Argentina lo único que hice en el transcurso de los primeros 10 años fue practicar exclusivamente eso. Enseñaba, pero practicaba lo que había aprendido con Yamaguchi sensei, no tenía otra cosa en mente.
Con respecto a los seminarios que se llevan a cabo en el CDA o
a algún otro seminario internacional, ¿qué significa para usted
organizarlos y/o participar de ellos?
En los primeros años, desde mi llegada a Argentina, me propuse trabajar las técnicas muy cerradas, a la manera de Yamaguchi sensei. Explicándolas, me di cuenta pronto de que nadie las entendía. Por aquel entonces éramos tres maestros los que difundíamos Aikido: Miyasawa sensei, Kurata sensei y yo. La técnica de Kurata sensei era justo la inversa de la mía, bien abierta. En el fondo, no es que no nos entendíamos sino que en muchas cosas nuestra práctica era muy distinta. Eso nos condujo pronto a una ruptura. Él es mi senpai y yo lo respeto como tal, pero no accedo a la forma de trabajar que tiene él. Hoy en día, todo el Aikido que se practica en Argentina deriva de alguno de nosotros tres. El nombre que se ponga no importa. “Yo soy el representante de…” no importa: el Aikido argentino siempre guarda la semilla de alguno de los tres orígenes. Salvo, claro, que el practicante que se considere haya venido de afuera.
Ahora bien, la diferencia que veo entre esto que les cuento y los seminarios es la siguiente. Cuando empecé a enseñar las técnicas con el estilo de Yamaguchi sensei, me costaba mucho trasmitir lo que era el “centro” a la gente nueva que empezaba. Fue así que decidí empezar al revés: trabajaba las técnicas más abiertas para, luego, ir cerrándolas. ¿Qué es lo que hacía? Buscaba métodos de enseñanza distintos todo el tiempo. Vayamos a algo más específico: a un nikkyo, por ejemplo. Lo hacía más cerrado, más abierto y súper abierto, de tres o cuatro formas distintas, para que lo aprovechara gran parte de la gente y que cada uno lo interpretara a su manera. Entonces, hacía los “shihonage” más abiertos, más cerrados y bien abiertos. Según las clases, daba las técnicas de distintas formas. Esta experiencia la llevé a cabo en el transcurso de los primeros 10 años de difusión, no de un día para el otro, sino que en una época trabajaba la técnica más abierta, en otra época más cerrada, y a los alumnos de graduaciones altas se las enseñaba más cerradas aún.
En los primeros años, desde mi llegada a Argentina, me propuse trabajar las técnicas muy cerradas, a la manera de Yamaguchi sensei. Explicándolas, me di cuenta pronto de que nadie las entendía. Por aquel entonces éramos tres maestros los que difundíamos Aikido: Miyasawa sensei, Kurata sensei y yo. La técnica de Kurata sensei era justo la inversa de la mía, bien abierta. En el fondo, no es que no nos entendíamos sino que en muchas cosas nuestra práctica era muy distinta. Eso nos condujo pronto a una ruptura. Él es mi senpai y yo lo respeto como tal, pero no accedo a la forma de trabajar que tiene él. Hoy en día, todo el Aikido que se practica en Argentina deriva de alguno de nosotros tres. El nombre que se ponga no importa. “Yo soy el representante de…” no importa: el Aikido argentino siempre guarda la semilla de alguno de los tres orígenes. Salvo, claro, que el practicante que se considere haya venido de afuera.
Ahora bien, la diferencia que veo entre esto que les cuento y los seminarios es la siguiente. Cuando empecé a enseñar las técnicas con el estilo de Yamaguchi sensei, me costaba mucho trasmitir lo que era el “centro” a la gente nueva que empezaba. Fue así que decidí empezar al revés: trabajaba las técnicas más abiertas para, luego, ir cerrándolas. ¿Qué es lo que hacía? Buscaba métodos de enseñanza distintos todo el tiempo. Vayamos a algo más específico: a un nikkyo, por ejemplo. Lo hacía más cerrado, más abierto y súper abierto, de tres o cuatro formas distintas, para que lo aprovechara gran parte de la gente y que cada uno lo interpretara a su manera. Entonces, hacía los “shihonage” más abiertos, más cerrados y bien abiertos. Según las clases, daba las técnicas de distintas formas. Esta experiencia la llevé a cabo en el transcurso de los primeros 10 años de difusión, no de un día para el otro, sino que en una época trabajaba la técnica más abierta, en otra época más cerrada, y a los alumnos de graduaciones altas se las enseñaba más cerradas aún.
¿Usted fue experimentando con eso?
Claro. Fue una forma de ver de qué manera la gente podía interpretar más rápido el Aikido. Pero tenemos una contra, y es que el Aikido muy abierto, con movimientos grandes, deja de ser marcial; es un Aikido más parecido a una danza, con lo cual se convierte en un arte de gimnasia, de ejercicio, un arte que otros artemarcialistas –en su momento– no respetaban. Estoy hablando de la época que va de 1978 a 1980.
Claro. Fue una forma de ver de qué manera la gente podía interpretar más rápido el Aikido. Pero tenemos una contra, y es que el Aikido muy abierto, con movimientos grandes, deja de ser marcial; es un Aikido más parecido a una danza, con lo cual se convierte en un arte de gimnasia, de ejercicio, un arte que otros artemarcialistas –en su momento– no respetaban. Estoy hablando de la época que va de 1978 a 1980.
¿Algo muy coreográfico?
Muy coreográfico, sí. Entonces empezamos a romper un poco esa matriz por la que, desde otras disciplinas, no se respetaba al Aikido; y es que, de algún modo, tenía que terminar con eso para que la gente comprendiera qué significa nuestro arte marcial. Puse énfasis en trabajar las técnicas bien cerradas, y así tuvo que cambiar la ideología.
Para quienes no conocen el tema, no entienden qué es una técnica cerrada ni qué es una técnica abierta, quiero explicar que cuanto más cerrada es la técnica, más “chiquito” resulta el movimiento. O sea que el movimiento se va achicando, achicando y llega un punto en que es tan cerrado que cuesta identificarlo desde afuera, parece como si uno no se moviera y el otro –uke– saliera “volando”. Esto provoca sorpresa en el espectador, que dice:“pero eso, ¿de dónde salió? ¿Qué fue lo que pasó?”
Muy coreográfico, sí. Entonces empezamos a romper un poco esa matriz por la que, desde otras disciplinas, no se respetaba al Aikido; y es que, de algún modo, tenía que terminar con eso para que la gente comprendiera qué significa nuestro arte marcial. Puse énfasis en trabajar las técnicas bien cerradas, y así tuvo que cambiar la ideología.
Para quienes no conocen el tema, no entienden qué es una técnica cerrada ni qué es una técnica abierta, quiero explicar que cuanto más cerrada es la técnica, más “chiquito” resulta el movimiento. O sea que el movimiento se va achicando, achicando y llega un punto en que es tan cerrado que cuesta identificarlo desde afuera, parece como si uno no se moviera y el otro –uke– saliera “volando”. Esto provoca sorpresa en el espectador, que dice:“pero eso, ¿de dónde salió? ¿Qué fue lo que pasó?”
En seminarios como los de Katô Hiroshi Shihan, por ejemplo,
parece suceder lo que nos está describiendo: la técnica es tan cerrada
que no se alcanzan a divisar los movimientos.
Claro, Katô shihan es tan cerrado… Ahí está lo interesante para tomar de maestros así.
Claro, Katô shihan es tan cerrado… Ahí está lo interesante para tomar de maestros así.
¿Podríamos decir que usted sigue aprendiendo en los seminarios? ¿Cómo es la vivencia que tiene de ellos?
Aprendo muchísimo de ellos. Y aspiro también a que los danes aprendan de eso. En mi época temprana de práctica las cosas eran muy distintas; hoy en día, en un seminario te enseñan a tomar la mano de un modo u otro, a poner los pies o el cuerpo en determinada posición, a manejar la distancia. Eso antes no existía; todo era mirar y aprender de la observación. Si no captabas algo, lo perdías.
Aprendo muchísimo de ellos. Y aspiro también a que los danes aprendan de eso. En mi época temprana de práctica las cosas eran muy distintas; hoy en día, en un seminario te enseñan a tomar la mano de un modo u otro, a poner los pies o el cuerpo en determinada posición, a manejar la distancia. Eso antes no existía; todo era mirar y aprender de la observación. Si no captabas algo, lo perdías.
De ahí la necesidad de una concentración como la que usted mencionaba antes…
Se requería muchísima atención para poder aprender. Estamos demasiado acostumbrados, en esta era, a que nos enseñen todo y a que nos lo den resuelto. Podemos preguntarnos, entonces, si esta época es buena o mala. Creo que para algunas cosas es buena, pero la realidad es que los alumnos han dejado de prestar atención. En una práctica de Aikido hay que observar muy bien los movimientos, hay que analizar lo que se hace con los pies, la distancia entre nage y uke, la intención que se pone, en fin, hay que captar toda una sensación. El aprendizaje es lento porque uno va desarrollando, de este modo, cosas internamente, hasta identificar los distintos momentos de la técnica.
Ahora, si nos enseñan todo, si nos muestran cada detalle, lo que sucede es que aprendemos mucho más rápido pero quedamos vacíos. Si nos preguntamos qué es lo bueno y qué es lo malo de los seminarios de los que hablábamos antes, en principio creo que, cuando vienen distintos maestros, ustedes tienen la posibilidad de ver las distintas formas en que se practican las técnicas. No hay una sola manera, no existe únicamente la mía. Mis alumnos pueden aprender de los maestros que vienen. Hay muchas maneras, y así es como se enriquece el Aikido.
Si quisiera forjar simplemente un grupo de estudiantes para mí, no traería ningún maestro de afuera, los encerraría y les diría “esto es Aikido, lo que yo hago”. Pero no deseo adueñarme de mis alumnos. Entonces mi trabajo es, metódicamente, que vean el Aikido de todos, que cada uno tenga el derecho de elegir. Eso me parece lo más sano. Así, hay grupos de estudiantes que han aprendido conmigo, años atrás, y que se han ido a continuar su práctica con otros grupos, y me parece perfecto. Yo no quiero trabajar con alguien toda una vida, y que diga “a mí no me gusta lo que él hace”. ¿Cuál sería el sentido de que estuviéramos juntos? La lógica es que si practicamos lo mismo, vamos para el mismo lado. Es lo que yo busco, lo que ustedes buscan: compartir un rumbo. Pero si lo compartimos solamente para buscar una graduación, mejor no lo hagamos. Cualquier otro maestro se la va a dar igual. Esto nos permite que la gente que practica Aikido tenga una apertura mental grande, y que pueda hacer un Aikido más desarrollado. Para eso sirven los seminarios. Cuando uno se enfoca en los seminarios comprende que no se trata simplemente de traer un maestro; hay que pensar que ese maestro que uno trae va a afectar al grupo de practicantes por un transcurso de tiempo que va, por lo menos, de 3 a 5 años. ¿De qué manera los alimentará, cuál será la semilla que plantará en cada uno? No es algo tan sencillo como puede parecer. A cada maestro hay que traerlo repetidas veces para que los alumnos puedan entender la idiosincrasia de lo que él quiere transmitir. Así es como se cultiva la semilla que dejará en cada uno. Mi trabajo es organizar los seminarios para que muchos de ustedes puedan nutrirse con ellos, y así logren tener una mayor amplitud mental.
Se requería muchísima atención para poder aprender. Estamos demasiado acostumbrados, en esta era, a que nos enseñen todo y a que nos lo den resuelto. Podemos preguntarnos, entonces, si esta época es buena o mala. Creo que para algunas cosas es buena, pero la realidad es que los alumnos han dejado de prestar atención. En una práctica de Aikido hay que observar muy bien los movimientos, hay que analizar lo que se hace con los pies, la distancia entre nage y uke, la intención que se pone, en fin, hay que captar toda una sensación. El aprendizaje es lento porque uno va desarrollando, de este modo, cosas internamente, hasta identificar los distintos momentos de la técnica.
Ahora, si nos enseñan todo, si nos muestran cada detalle, lo que sucede es que aprendemos mucho más rápido pero quedamos vacíos. Si nos preguntamos qué es lo bueno y qué es lo malo de los seminarios de los que hablábamos antes, en principio creo que, cuando vienen distintos maestros, ustedes tienen la posibilidad de ver las distintas formas en que se practican las técnicas. No hay una sola manera, no existe únicamente la mía. Mis alumnos pueden aprender de los maestros que vienen. Hay muchas maneras, y así es como se enriquece el Aikido.
Si quisiera forjar simplemente un grupo de estudiantes para mí, no traería ningún maestro de afuera, los encerraría y les diría “esto es Aikido, lo que yo hago”. Pero no deseo adueñarme de mis alumnos. Entonces mi trabajo es, metódicamente, que vean el Aikido de todos, que cada uno tenga el derecho de elegir. Eso me parece lo más sano. Así, hay grupos de estudiantes que han aprendido conmigo, años atrás, y que se han ido a continuar su práctica con otros grupos, y me parece perfecto. Yo no quiero trabajar con alguien toda una vida, y que diga “a mí no me gusta lo que él hace”. ¿Cuál sería el sentido de que estuviéramos juntos? La lógica es que si practicamos lo mismo, vamos para el mismo lado. Es lo que yo busco, lo que ustedes buscan: compartir un rumbo. Pero si lo compartimos solamente para buscar una graduación, mejor no lo hagamos. Cualquier otro maestro se la va a dar igual. Esto nos permite que la gente que practica Aikido tenga una apertura mental grande, y que pueda hacer un Aikido más desarrollado. Para eso sirven los seminarios. Cuando uno se enfoca en los seminarios comprende que no se trata simplemente de traer un maestro; hay que pensar que ese maestro que uno trae va a afectar al grupo de practicantes por un transcurso de tiempo que va, por lo menos, de 3 a 5 años. ¿De qué manera los alimentará, cuál será la semilla que plantará en cada uno? No es algo tan sencillo como puede parecer. A cada maestro hay que traerlo repetidas veces para que los alumnos puedan entender la idiosincrasia de lo que él quiere transmitir. Así es como se cultiva la semilla que dejará en cada uno. Mi trabajo es organizar los seminarios para que muchos de ustedes puedan nutrirse con ellos, y así logren tener una mayor amplitud mental.
¿Qué nos puede contar del momento fundacional del CDA (Centro
de Difusión del Aikido)? ¿En qué año, por ejemplo, se montó el primer
dojo?
El primer dojo se montó en el año 1978. Vine a la Argentina en junio de ese año. A partir de entonces arrancamos en Burzaco (que en ese momento era la casa central y ahora quedó como la casa matriz del CDA). Así nació el Centro de Difusión. Aikikai Sakanashi Dojo fue el primer dojo exclusivo de Aikido que tuvimos en nuestro país. Lo que ocurre es que no lo informé a Japón por respeto a mis superiores aquí. Kurata sensei llevaba por lo menos 10 años más que yo en el país, y con Miyazawa sensei ocurría más o menos lo mismo. Sin embargo, ellos daban clase en un club y no en un dojo privado, como el que yo pasé tiempo construyendo. Finalmente, declaré la existencia del dojo casi 11 años después de haberlo fundado.
El primer dojo se montó en el año 1978. Vine a la Argentina en junio de ese año. A partir de entonces arrancamos en Burzaco (que en ese momento era la casa central y ahora quedó como la casa matriz del CDA). Así nació el Centro de Difusión. Aikikai Sakanashi Dojo fue el primer dojo exclusivo de Aikido que tuvimos en nuestro país. Lo que ocurre es que no lo informé a Japón por respeto a mis superiores aquí. Kurata sensei llevaba por lo menos 10 años más que yo en el país, y con Miyazawa sensei ocurría más o menos lo mismo. Sin embargo, ellos daban clase en un club y no en un dojo privado, como el que yo pasé tiempo construyendo. Finalmente, declaré la existencia del dojo casi 11 años después de haberlo fundado.
¿Conserva algún alumno de aquella época?
Sí, Omar Parma es alumno de aquella época. Celestino Ferro, Leandro Ferro, Claudio Herrera y casi todos los 5tos.y 4tos. danes son de ese tiempo. También abandonó mucha gente, pero tiene su lógica: yo tampoco sabía enseñar. Llegaban a cinturón negro porque los exprimía. En lo personal, fui adquiriendo la experiencia de enseñar con los años, así que, si se graduaron de 1ros. danes, la verdad, fue más mérito de ellos que mío. Todos nos vamos “haciendo” en el camino.
Sí, Omar Parma es alumno de aquella época. Celestino Ferro, Leandro Ferro, Claudio Herrera y casi todos los 5tos.y 4tos. danes son de ese tiempo. También abandonó mucha gente, pero tiene su lógica: yo tampoco sabía enseñar. Llegaban a cinturón negro porque los exprimía. En lo personal, fui adquiriendo la experiencia de enseñar con los años, así que, si se graduaron de 1ros. danes, la verdad, fue más mérito de ellos que mío. Todos nos vamos “haciendo” en el camino.
Con respecto al Aikido y la salud, ¿cuáles son los beneficios
que, según usted, aporta nuestra disciplina al bienestar de las
personas?
Sobre los beneficios que el Aikido tiene para la salud puedo contarles cientos de anécdotas. Muchísimas personas han recuperado su salud a través de la práctica. Sin embargo, yo creo que Aikido, más que curar, lo que hace es magnificar las capacidades de las personas. Eso no quiere decir que las convierta en buenas o malas. Como decía Facundo Cabral, “el que es tonto acá es tonto allá”, no cambia nunca. Entonces, el que es inteligente, el que es malo, el que es estafador, sea lo que sea que tenga su mentalidad, no va a cambiar por obra del Aikido; lo que produce el cambio es que esa persona tenga la voluntad de, a través de Aikido, transformarse. Las personas que aman Aikido empiezan a cambiar porque se aman también a sí mismas. Yo digo “esto me gusta”; entonces, como me gusta, quiero cambiar lo que sea necesario para poder seguir haciéndolo, para poder seguir practicando. Ahora, si profundizamos sobre la actitud mental, ¿por qué o cómo nos ayuda Aikido? Nos ayuda porque, en un principio, por más que nos digan que no compitamos, uno entra al tatami y compite, eso es lo que se hace hasta, por lo menos, cinturón negro. Cuando llegan a 1er. dan, algunos practicantes hacen un clic, mientras que otros tardan un poco más en pasar por eso. Pero ese clic ocurre cuando vamos al dojo, dejamos de chocar con el otro, dejamos de lado el ego y lo que hacemos es tratar de trabajar más relajados, menos tensos, menos con actitud de choque. A otros no les pasa. Piensan: “ahora soy cinturón negro, así que a mí no me van a mover” y, de ese modo, continúa trabajando el ego. Por eso digo que Aikido no cambia a las personas. Ahora, si logramos que la persona busque trabajar con el ego porque quiere modificarlo, lo hace. A través de Aikido logra hacerlo, porque cuando tiene relaciones con otra gente, de algún modo aprende a soportar más, de algún modo trata de comprender mejor al otro, que es lo que hacemos a partir de un katatedori (agarre de muñeca): simplemente, si un compañero sujeta con fuerza a otro, y el segundo no se mueve, puede comprenderse la situación de varias formas. Una de ellas es pensar, en el caso de nage, “yo soy fuerte y, por eso, no me puede mover”. La otra es decir “soy más graduado, tengo más fuerza que él, pero, también, tengo otro modo de vida, por eso no me mueve; entonces tengo que usar mi fuerza para ayudarlo a que él mejore su técnica. De lo contrario, si uso mi fuerza para que él no haga la técnica, lo único que logro es alimentar mi ego. Tenemos varias campanas para escuchar a partir de una misma circunstancia.
Sobre los beneficios que el Aikido tiene para la salud puedo contarles cientos de anécdotas. Muchísimas personas han recuperado su salud a través de la práctica. Sin embargo, yo creo que Aikido, más que curar, lo que hace es magnificar las capacidades de las personas. Eso no quiere decir que las convierta en buenas o malas. Como decía Facundo Cabral, “el que es tonto acá es tonto allá”, no cambia nunca. Entonces, el que es inteligente, el que es malo, el que es estafador, sea lo que sea que tenga su mentalidad, no va a cambiar por obra del Aikido; lo que produce el cambio es que esa persona tenga la voluntad de, a través de Aikido, transformarse. Las personas que aman Aikido empiezan a cambiar porque se aman también a sí mismas. Yo digo “esto me gusta”; entonces, como me gusta, quiero cambiar lo que sea necesario para poder seguir haciéndolo, para poder seguir practicando. Ahora, si profundizamos sobre la actitud mental, ¿por qué o cómo nos ayuda Aikido? Nos ayuda porque, en un principio, por más que nos digan que no compitamos, uno entra al tatami y compite, eso es lo que se hace hasta, por lo menos, cinturón negro. Cuando llegan a 1er. dan, algunos practicantes hacen un clic, mientras que otros tardan un poco más en pasar por eso. Pero ese clic ocurre cuando vamos al dojo, dejamos de chocar con el otro, dejamos de lado el ego y lo que hacemos es tratar de trabajar más relajados, menos tensos, menos con actitud de choque. A otros no les pasa. Piensan: “ahora soy cinturón negro, así que a mí no me van a mover” y, de ese modo, continúa trabajando el ego. Por eso digo que Aikido no cambia a las personas. Ahora, si logramos que la persona busque trabajar con el ego porque quiere modificarlo, lo hace. A través de Aikido logra hacerlo, porque cuando tiene relaciones con otra gente, de algún modo aprende a soportar más, de algún modo trata de comprender mejor al otro, que es lo que hacemos a partir de un katatedori (agarre de muñeca): simplemente, si un compañero sujeta con fuerza a otro, y el segundo no se mueve, puede comprenderse la situación de varias formas. Una de ellas es pensar, en el caso de nage, “yo soy fuerte y, por eso, no me puede mover”. La otra es decir “soy más graduado, tengo más fuerza que él, pero, también, tengo otro modo de vida, por eso no me mueve; entonces tengo que usar mi fuerza para ayudarlo a que él mejore su técnica. De lo contrario, si uso mi fuerza para que él no haga la técnica, lo único que logro es alimentar mi ego. Tenemos varias campanas para escuchar a partir de una misma circunstancia.
Un dojo, casi por definición, es un ámbito de unión en donde
se encuentran caminos; sin embargo, vemos que cada día se abren más
dojos. Algunos son el resultado de fracturas de grandes escuelas.
Entonces, ¿esa separación es necesaria? ¿Es algo que se da naturalmente
para, de algún modo, hacer posible la unión?
No son más dojos los que se abren, son más escuelas… Esa ruptura que ustedes advierten no tendría que ser algo natural. Todo alumno que no reconozca a su maestro, que quiera ignorarlo y abrir su propia escuela o, por ejemplo, representar a alguien de afuera, nunca va a entender el corazón de lo que está aprendiendo porque está rompiendo una regla de principios. Hay un principio que indica, por ejemplo, que uno no puede desconocer a sus padres. Un padre, una madre, puede tener tal o cual defecto; otra pareja de papás puede tener tales o cuales virtudes. Uno no cambia a sus propios padres por esas últimas personas. Tus padres son tus padres, sea en la vida o sea en un arte marcial; son las personas que te ayudaron a dar los primeros pasos, a hacer la primer caída. Nos guste o no, hemos sido construidos así. Puede ser que, más tarde, entremos en desacuerdo con nuestros padres. Pero hay una falla enorme en echarles la culpa a los demás en vez de decir “puedo cambiar y modificarme”. Cuando seguimos nuestro ego, decimos “yo entiendo esto del Aikido y no aquello, así que ahora quiero dejar a mi maestro y ser representante de fulano”.
No son más dojos los que se abren, son más escuelas… Esa ruptura que ustedes advierten no tendría que ser algo natural. Todo alumno que no reconozca a su maestro, que quiera ignorarlo y abrir su propia escuela o, por ejemplo, representar a alguien de afuera, nunca va a entender el corazón de lo que está aprendiendo porque está rompiendo una regla de principios. Hay un principio que indica, por ejemplo, que uno no puede desconocer a sus padres. Un padre, una madre, puede tener tal o cual defecto; otra pareja de papás puede tener tales o cuales virtudes. Uno no cambia a sus propios padres por esas últimas personas. Tus padres son tus padres, sea en la vida o sea en un arte marcial; son las personas que te ayudaron a dar los primeros pasos, a hacer la primer caída. Nos guste o no, hemos sido construidos así. Puede ser que, más tarde, entremos en desacuerdo con nuestros padres. Pero hay una falla enorme en echarles la culpa a los demás en vez de decir “puedo cambiar y modificarme”. Cuando seguimos nuestro ego, decimos “yo entiendo esto del Aikido y no aquello, así que ahora quiero dejar a mi maestro y ser representante de fulano”.
¿La raíz de los quiebres recientes es entonces el ego?
El ego, la ambición de poder, la ambición ante la gente. Desgraciadamente, muchas personas, cuando se separan y abren sus propias escuelas, lo hacen porque tienen 20 o 30 alumnos que los siguen. Creen que contar con eso los convierte en maestros de su dojo. Yo siempre digo que son como “el rey sapo de un charco”: en el charco son los reyes, en el dojo les dicen “sensei, usted, qué maravilla”, “lo vi practicar en el seminario y es mejor que cualquier otro graduado, usted es el mejor”. Y el rey sapo sale y contesta (gesto de agrandado): “¿te parece?” “¿Vos creés?” Por fin, el resultado de todo esto es que dice “bueno, entonces yo puedo dirigir mi escuela”. “¿Cuál es la diferencia entre tener 2.000 alumnos y tener solamente 30?
El ego, la ambición de poder, la ambición ante la gente. Desgraciadamente, muchas personas, cuando se separan y abren sus propias escuelas, lo hacen porque tienen 20 o 30 alumnos que los siguen. Creen que contar con eso los convierte en maestros de su dojo. Yo siempre digo que son como “el rey sapo de un charco”: en el charco son los reyes, en el dojo les dicen “sensei, usted, qué maravilla”, “lo vi practicar en el seminario y es mejor que cualquier otro graduado, usted es el mejor”. Y el rey sapo sale y contesta (gesto de agrandado): “¿te parece?” “¿Vos creés?” Por fin, el resultado de todo esto es que dice “bueno, entonces yo puedo dirigir mi escuela”. “¿Cuál es la diferencia entre tener 2.000 alumnos y tener solamente 30?
Un acto como el que estamos comentando, guiado exclusivamente por el ego, puede destruir la vida de personas que realmente están dedicándole la vida al Aikido. Al mismo tiempo, tampoco es buena la actitud de los que van y, simplemente, le chupan las medias al maestro. “No, sensei, usted es el mejor maestro del mundo”. Piensan que el maestro les va a dar más graduación por eso, están ahí como sujetándolo. Esas personas son las que menos compromiso establecen con el Aikido. Solo se ocupan de alimentar el ego de su maestro para obtener una mejor posición. Pero después, cuando se les termina la “calentura del Aikido”, por decirlo así, hacen natación, por ejemplo, o cualquier otra actividad. No tenían un verdadero compromiso con la disciplina; buscaban sólo posicionarse en un buen lugar. Si un maestro no es capaz de ver estas cosas, tampoco sus alumnos las verán. En Japón, con respecto a esto, hay un dicho que dice: “olla rota y una tapa rota, ninguna de las dos sirve”.
Este proceso de separaciones también se dio, creemos, en la época final de Osensei. ¿Qué opina al respecto?
Sucede en todos los ámbitos en los que hay seres humanos. Pero Osensei no vivió exactamente eso, porque no llegó a tener multitud de alumnos. Tuvo, apenas, cerca de 10 alumnos que él mismo creó, nada más.
Sucede en todos los ámbitos en los que hay seres humanos. Pero Osensei no vivió exactamente eso, porque no llegó a tener multitud de alumnos. Tuvo, apenas, cerca de 10 alumnos que él mismo creó, nada más.
Estamos pensando, por ejemplo, en que fueron surgiendo líneas
como la de Iwama y otras, a modo de desprendimientos que no se
enrolaron bajo la órbita de Aikikai…
Sí, pero hay un problema con eso. En Japón existe una expresión que dice “tatemae, honne”. Honne (本音) es lo que pienso en mi hara, tatemae (建前) es un pensamiento más bien diplomático. Por ejemplo, en cuanto al caso que mencionan de Iwama, Saito sensei cuidó a Osensei hasta su muerte. Es cierto que la línea de Iwama es un desprendimiento, pero Saito Sensei siguió siempre las reglas del Fundador tal como eran. Doshu Kisshomaru Ueshiba, el papá del Doshu actual, fue una persona que también mantuvo las reglas de Osensei. Sin embargo, le tocó vivir una época distinta, un momento diferente del Aikido. Fue el tiempo en que la disciplina comenzó a crecer y expandirse; él defendió el sistema y dejó todo planificado para el Doshu actual. Tal vez tenía algunas diferencias con Saito sensei, pero ambos se respetaban (esto es “tatemae”). El caso de Ki Aikido, otro de los desprendimientos, es diferente. Tôhei sensei era pariente de Osensei. Quizás tuvo más que ver con política familiar que con política del Aikido. Después hubo también el caso de Yoshinkan, una de las primeras líneas que se abrieron, contra eso no se puede hacer nada. Yo supongo que hoy, en Japón, hay innumerables escuelas; usan el nombre de Osensei pero no necesariamente pertenecen a Aikikai. Eso puede ser libre, pero la realidad es que nuestro trabajo es defender la línea de Ueshiba sensei. Aikikai hace eso. Yo estoy en eso, estoy en esa línea.
Sí, pero hay un problema con eso. En Japón existe una expresión que dice “tatemae, honne”. Honne (本音) es lo que pienso en mi hara, tatemae (建前) es un pensamiento más bien diplomático. Por ejemplo, en cuanto al caso que mencionan de Iwama, Saito sensei cuidó a Osensei hasta su muerte. Es cierto que la línea de Iwama es un desprendimiento, pero Saito Sensei siguió siempre las reglas del Fundador tal como eran. Doshu Kisshomaru Ueshiba, el papá del Doshu actual, fue una persona que también mantuvo las reglas de Osensei. Sin embargo, le tocó vivir una época distinta, un momento diferente del Aikido. Fue el tiempo en que la disciplina comenzó a crecer y expandirse; él defendió el sistema y dejó todo planificado para el Doshu actual. Tal vez tenía algunas diferencias con Saito sensei, pero ambos se respetaban (esto es “tatemae”). El caso de Ki Aikido, otro de los desprendimientos, es diferente. Tôhei sensei era pariente de Osensei. Quizás tuvo más que ver con política familiar que con política del Aikido. Después hubo también el caso de Yoshinkan, una de las primeras líneas que se abrieron, contra eso no se puede hacer nada. Yo supongo que hoy, en Japón, hay innumerables escuelas; usan el nombre de Osensei pero no necesariamente pertenecen a Aikikai. Eso puede ser libre, pero la realidad es que nuestro trabajo es defender la línea de Ueshiba sensei. Aikikai hace eso. Yo estoy en eso, estoy en esa línea.
Finalmente –y antes de la clase celebratoria que vamos a compartir– ¿quiere comentar algo sobre su nueva graduación?
Katô sensei fue quien hizo la tramitación para que me otorguen el 7mo. dan. Creo que él, viendo ya cuántos años llevaba como 6to. dan, dijo “ya es hora de que se gradúe como 7mo.” Lo vio como lastimoso, supongo (en tono de broma), e hizo la gestión ante Doshu junto con Osawa Hayato sensei, de Hombu dojo. Pidieron que me otorguen 7mo. dan y Hombu dojo lo aceptó. Así que no hay ningún mérito mío en esto. El único mérito es la constancia, es haber estado, durante todo este tiempo, enseñando siempre. No hay otra cosa. No crean que, de ahora en adelante, podré levantar un camión o hacer volar un auto. Uno es un buen 1er. dan cuando ya tiene el 2do. Se es un buen 2do. dan cuando se alcanza el tercero. Entonces, cuando sea 8vo. dan, dentro de 15 o 20 años, podré decirles qué tal es mi 7mo. dan. Mientras tanto, no es algo tan importante.
Katô sensei fue quien hizo la tramitación para que me otorguen el 7mo. dan. Creo que él, viendo ya cuántos años llevaba como 6to. dan, dijo “ya es hora de que se gradúe como 7mo.” Lo vio como lastimoso, supongo (en tono de broma), e hizo la gestión ante Doshu junto con Osawa Hayato sensei, de Hombu dojo. Pidieron que me otorguen 7mo. dan y Hombu dojo lo aceptó. Así que no hay ningún mérito mío en esto. El único mérito es la constancia, es haber estado, durante todo este tiempo, enseñando siempre. No hay otra cosa. No crean que, de ahora en adelante, podré levantar un camión o hacer volar un auto. Uno es un buen 1er. dan cuando ya tiene el 2do. Se es un buen 2do. dan cuando se alcanza el tercero. Entonces, cuando sea 8vo. dan, dentro de 15 o 20 años, podré decirles qué tal es mi 7mo. dan. Mientras tanto, no es algo tan importante.
Usted es un excelente 6to. dan entonces…
Ja, ja, tal vez sea así. No lo sé, realmente. Al menos, parece que Katô sensei creyó eso al recomendarme frente a Hombu dojo.
Ja, ja, tal vez sea así. No lo sé, realmente. Al menos, parece que Katô sensei creyó eso al recomendarme frente a Hombu dojo.
Esta segunda y última parte de la entrevista a nuestro Shihan
concluyó, como referimos al comienzo del artículo, minutos antes de la
clase celebratoria por su 7mo. dan. En aquella ocasión se congregaron
más de cien practicantes sobre el tatami de Seiki Dojo. Fue una tarde de
intenso calor, pero de una alegría y un compromiso máximos.
Afortunadamente, hay bastante material fotográfico y fílmico que lo atestigua.
Con todo, ¿cómo olvidar los instantes en que fue deteniendo su mirada sobre cada uno de los que allí estuvimos? Quien no haya percibido esa manifiesta intención suya, sin lugar a dudas, no estuvo atento durante la clase.
También queremos recordar, no sin tristeza hoy, la firme intención que tenía de seguir colaborando con Pequeños Universos. Había acordado con este equipo periodístico un ciclo de charlas.
Nada hacía suponer que, seis días más tarde, Sakanashi Masafumi Shihan abandonaría este mundo para seguir practicando en algún otro lugar.
Nuevamente, desde lo más profundo de nuestro hara, queremos decir: ¡muchas gracias, Sensei!
Afortunadamente, hay bastante material fotográfico y fílmico que lo atestigua.
Con todo, ¿cómo olvidar los instantes en que fue deteniendo su mirada sobre cada uno de los que allí estuvimos? Quien no haya percibido esa manifiesta intención suya, sin lugar a dudas, no estuvo atento durante la clase.
También queremos recordar, no sin tristeza hoy, la firme intención que tenía de seguir colaborando con Pequeños Universos. Había acordado con este equipo periodístico un ciclo de charlas.
Nada hacía suponer que, seis días más tarde, Sakanashi Masafumi Shihan abandonaría este mundo para seguir practicando en algún otro lugar.
Nuevamente, desde lo más profundo de nuestro hara, queremos decir: ¡muchas gracias, Sensei!
jueves, 7 de junio de 2012
Entrevista a Sakanashi Masafumi Shihan
Hola a todos!
Como de costumbre inicié mi navegación por la internet y con poco esfuerzo conseguí un blog y una entrevista del Shihan Masafumi Sakanashi justo después de obtener su 7mo Dan .
Lo que leeran a continuación habla claramente de la sabiduría de este maestro, de la claridad de sus conceptos, de su ética y pasión, en fin, un excelente trabajo que copio textualmente para todos ustedes.
Como dice el Gabo, "la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido" así, cada vez que entrenemos, trabajemos en pro de la difusión del Aikido... el seguirá vivo en nuestro recuerdo.
Lo que leeran a continuación habla claramente de la sabiduría de este maestro, de la claridad de sus conceptos, de su ética y pasión, en fin, un excelente trabajo que copio textualmente para todos ustedes.
Como dice el Gabo, "la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido" así, cada vez que entrenemos, trabajemos en pro de la difusión del Aikido... el seguirá vivo en nuestro recuerdo.
Entrevista al Shihan Sakanashi Masafumi:
El legado de un maestro
El legado de un maestro
Masafumi sakanashi Shihan |
El momento propicio para efectuar las charlas, sin embargo, nos llegó hacia principios de enero de 2012. Una semana después del Shinnen Geiko (1), realizamos la primera interpelación al maestro Sakanashi Masafumi.
Esa conversación tuvo lugar un sábado al mediodía en la oficina administrativa de Seiki Dojo (2), durante unos cuarenta minutos previos a la característica clase de Sensei. Algunos días después hubo una cena espontánea e informal con el maestro: jamás olvidaremos lo conversado en aquel restaurante, la vivacidad de sus gestos, el espíritu generoso y franco con que nos hizo él preguntas, con que se nos brindó cual si nosotros fuésemos sus pares o camaradas.
La segunda interpelación tuvo lugar el 4 de febrero en las cercanías de la Casa Central del CDA, durante los 60 minutos previos a una clase celebratoria en la que honramos su graduación como 7mo. dan Aikikai.
Existen personas en el mundo cuya conversación no pasa desapercibida. Sakanashi Masafumi Shihan era una de esas personas.
Al evocar estos encuentros con él, acuden a nosotros muchas imágenes: la energía que concentraban sus manos, el fondo de equilibrio que se percibía en su mirada, su sonrisa.
El reportaje aborda temas tan variados como: el inicio de su práctica en Japón, su condición de alumno, la identidad de sus maestros principales y compañeros de práctica, los inicios del Centro de Difusión del Aikido, su metodología de enseñanza a través de los años, el objetivo que debe perseguirse en la práctica de Aikido, las rupturas y aperturas de nuevas escuelas y, entre otros, los beneficios del Aikido para la salud.
Con el propósito de conservar la naturalidad y frescura de la charla, hemos respetado el orden real en que se discutieron los tópicos.
Queremos dedicar la edición y publicación de esta entrevista a los incontables alumnos que sostuvieron un vínculo con Sakanashi Sensei durante los últimos 34 años.
También, desde luego, dedicamos este reportaje a su familia, a sus seres queridos, con reverente respeto.
Muchas gracias, Sensei. Siempre estará con nosotros.
1ra. parte. 7 de enero de 2012.
¿Cuándo tuvo usted, por primera vez, noticias sobre Osensei y sobre la disciplina?
En realidad, sobre la disciplina y sobre Osensei, en su momento, yo no sabía nada. Fui practicante de Judo desde los 9 años y, después, incursioné en el Karate. Viajé a Japón para practicar y lo hice en la línea Kyokushinkai, que es una escuela muy fuerte. Al mismo tiempo, estudiaba en la Facultad de Judo y Quiropraxia, por lo que continué con la práctica de Judo, solo que pronto tuve un problema de salud, relacionado con el corazón, y debí apartarme de ambas disciplinas; comencé a hacer un poco de Tai Chi, algunas otras actividades, y me crucé finalmente con Aikido. Pero la historia de Osensei no me condujo a ese encuentro. Vi la práctica de Aikido de los maestros que estaban allá y me entusiasmé con sus clases, solamente eso. Muy al principio, cuando comencé, tenía un vínculo marcial muy grande con el Karate de pelea, el de la forma más ruda que había, y eso de la hakama y de los practicantes que se sujetaban de las manos era para mí una cosa espantosa. Sin embargo, al no permitirme la salud realizar otras prácticas, me decidí por Aikido.
En realidad, sobre la disciplina y sobre Osensei, en su momento, yo no sabía nada. Fui practicante de Judo desde los 9 años y, después, incursioné en el Karate. Viajé a Japón para practicar y lo hice en la línea Kyokushinkai, que es una escuela muy fuerte. Al mismo tiempo, estudiaba en la Facultad de Judo y Quiropraxia, por lo que continué con la práctica de Judo, solo que pronto tuve un problema de salud, relacionado con el corazón, y debí apartarme de ambas disciplinas; comencé a hacer un poco de Tai Chi, algunas otras actividades, y me crucé finalmente con Aikido. Pero la historia de Osensei no me condujo a ese encuentro. Vi la práctica de Aikido de los maestros que estaban allá y me entusiasmé con sus clases, solamente eso. Muy al principio, cuando comencé, tenía un vínculo marcial muy grande con el Karate de pelea, el de la forma más ruda que había, y eso de la hakama y de los practicantes que se sujetaban de las manos era para mí una cosa espantosa. Sin embargo, al no permitirme la salud realizar otras prácticas, me decidí por Aikido.
Pasó un tiempo y, por fin, di con Yamaguchi sensei en Japón. Yamaguchi sensei era uno de los maestros más fuertes que había en Honbu Dojo. Por ese entonces era 8vo. dan. y, realmente, era fascinante ver cómo la gente lo atacaba y cómo, sin que él casi se moviera, salían volando. Me resultó muy rápida la entrada a la disciplina porque, como conocía el Judo y sabía hacer ukemi, la interpretación de las técnicas no me costaba. Tal fue así que me hicieron saltar graduaciones con bastante velocidad, hasta que obtuve el 1er. dan.
¿Cuánto tiempo tardó en obtener el cinturón negro de Aikido?
Tardé menos de 2 años y medio. Fue una cosa muy veloz.
Tardé menos de 2 años y medio. Fue una cosa muy veloz.
¿Con qué frecuencia practicaba?
Practicaba todos los días. Y cuando volví a estar bien de salud, llegué a hacer dos o tres clases diarias. La realidad es que ver a Yamaguchi sensei era ver la otra cara de lo marcial. La cara del Karate era la de la rigidez, la de voltear una pared con una mano. La cara del Aikido era mística: yo no sabía porqué la gente volaba o porqué se quedaba en el piso inmovilizada. Era una cosa fascinante y que no alcanzaba a comprender. Esa fue, un poquito, la búsqueda de Aikido que yo tuve.
Practicaba todos los días. Y cuando volví a estar bien de salud, llegué a hacer dos o tres clases diarias. La realidad es que ver a Yamaguchi sensei era ver la otra cara de lo marcial. La cara del Karate era la de la rigidez, la de voltear una pared con una mano. La cara del Aikido era mística: yo no sabía porqué la gente volaba o porqué se quedaba en el piso inmovilizada. Era una cosa fascinante y que no alcanzaba a comprender. Esa fue, un poquito, la búsqueda de Aikido que yo tuve.
¿En algún momento descreía de los movimientos que observaba en Aikido?
No descreía de algunos, descreía de todos los movimientos. Al principio me parecía una estupidez que la gente saltara, hasta que me agarraron la muñeca y me di cuenta del porqué que se escondía en los saltos. Pero bueno, es lógico: desde afuera uno tiene la costumbre de juzgar antes de someterse a algo; entonces mira y valora a los demás. Aikido me enseñó a no juzgar. Por ejemplo, yo antes juzgaba todo; Karate es así: si te pegan, esquivás el golpe y respondés con un tsuki; ya está, maegeri y se acabó la cuestión. En cambio, en Aikido igualás tu posición con la del atacante: la situación es a la inversa de todo otro pensamiento.
No descreía de algunos, descreía de todos los movimientos. Al principio me parecía una estupidez que la gente saltara, hasta que me agarraron la muñeca y me di cuenta del porqué que se escondía en los saltos. Pero bueno, es lógico: desde afuera uno tiene la costumbre de juzgar antes de someterse a algo; entonces mira y valora a los demás. Aikido me enseñó a no juzgar. Por ejemplo, yo antes juzgaba todo; Karate es así: si te pegan, esquivás el golpe y respondés con un tsuki; ya está, maegeri y se acabó la cuestión. En cambio, en Aikido igualás tu posición con la del atacante: la situación es a la inversa de todo otro pensamiento.
Con los compañeros de Pequeños Universos solemos comentar que
es difícil ser espectador de la disciplina. A menudo sucede que, cuando
le presentamos Aikido a alguien, la reacción del otro es muy curiosa…
Personalmente, creo que hay tres tipos de personas en el mundo: hay personas que saben que el mundo está cambiando, que hay un giro; hay otras personas que no se dan cuenta para nada de ese vuelco; por fin, hay personas que saben que el mundo experimenta una transformación y que, además, hacen algo por armonizar con ese movimiento. Entre estas últimas personas estamos nosotros, los practicantes de Aikido. Sabemos que hay un cambio elemental en la humanidad, y que ese cambio se genera por una necesidad propia de la gente. Podríamos expresar mejor este concepto si recurrimos a la palabra “tendencia”.
Personalmente, creo que hay tres tipos de personas en el mundo: hay personas que saben que el mundo está cambiando, que hay un giro; hay otras personas que no se dan cuenta para nada de ese vuelco; por fin, hay personas que saben que el mundo experimenta una transformación y que, además, hacen algo por armonizar con ese movimiento. Entre estas últimas personas estamos nosotros, los practicantes de Aikido. Sabemos que hay un cambio elemental en la humanidad, y que ese cambio se genera por una necesidad propia de la gente. Podríamos expresar mejor este concepto si recurrimos a la palabra “tendencia”.
Lo que llamo “tendencia” proviene de algo que la sociedad, por obligación, va moldeando. La moda, por ejemplo, es algo a lo que la gente puede adherir: usar el pelo de una manera o de otra, de un color o un largo particular; puede vestirse un saco con dos o con tres botones, y cosas por el estilo. Pero la “tendencia” es un rumbo más profundo hacia el que la sociedad, en su conjunto, se va inclinando. Hablo de una forma de trabajo o de una forma de vida. Entonces, creo que Aikido puede sumarse a una “tendencia” para que la sociedad deje de ser tan competitiva. Mucha gente, hace unos 30 o 40 años, buscaba solucionar con violencia las cosas. Decían:“bueno, él es fuerte; yo me entreno más intensamente que él para enfrentarlo, para pelear con él y ganarle”. Ese era un pensamiento típico. El coletazo de ese tipo de pensamiento terminó, más o menos, hace cuatro décadas. Luego se inició la evolución hacia un cambio; esa evolución es la “tendencia” de la que les hablo.
Volviendo a lo que fueron sus inicios como practicante,
¿podríamos decir que usted considera a Yamaguchi sensei como su
principal maestro? ¿O tuvo algún otro profesor al que considere de ese
modo?
Empecé mi práctica de Aikido con Kuwamori sensei, arranqué con él. El maestro de mi maestro era Yamaguchi sensei. Yo sigo la idea de él y de sus principios.
Empecé mi práctica de Aikido con Kuwamori sensei, arranqué con él. El maestro de mi maestro era Yamaguchi sensei. Yo sigo la idea de él y de sus principios.
¿Y a qué le prestaba más atención en las clases durante su época de estudiante?
Lo que me resultaba más interesante era descubrir cómo “tomar el centro”. Eso era lo más asombroso que había en la práctica. ¿Cómo podía alguien tocar el centro de su oponente y moverlo a partir de ahí? Era una cosa espectacular verlo y no poder hacerlo, sentirse desesperado por no poder hacerlo.
Lo que me resultaba más interesante era descubrir cómo “tomar el centro”. Eso era lo más asombroso que había en la práctica. ¿Cómo podía alguien tocar el centro de su oponente y moverlo a partir de ahí? Era una cosa espectacular verlo y no poder hacerlo, sentirse desesperado por no poder hacerlo.
¿Lo sentía como uke y, en base a eso, lo iba buscando?
Sí, yo lo sentía, pero realizarlo era una cosa bastante distinta. Lógicamente, sólo hacía falta entrenamiento, mucho entrenamiento hasta que, de pronto, uno decía: ¡ah, mirá, era esto!
Sí, yo lo sentía, pero realizarlo era una cosa bastante distinta. Lógicamente, sólo hacía falta entrenamiento, mucho entrenamiento hasta que, de pronto, uno decía: ¡ah, mirá, era esto!
¿Se hablaba, en ese entonces, de la respiración? ¿Se explicaba cada detalle, cada forma de las técnicas, como lo hace usted hoy?
En realidad, Yamaguchi sensei jamás llegó a explicármelas. Nadie aclaraba nada. En esa época yo era todavía 2do. dan, y hablar con un 8vo. dan, dirigirle la palabra o hacerle una pregunta, eran cosas que no se permitían. Con mucha suerte, Kuwamori sensei le hacía una pregunta a Yamaguchi sensei, y de ese modo podía yo conseguir una respuesta.
En realidad, Yamaguchi sensei jamás llegó a explicármelas. Nadie aclaraba nada. En esa época yo era todavía 2do. dan, y hablar con un 8vo. dan, dirigirle la palabra o hacerle una pregunta, eran cosas que no se permitían. Con mucha suerte, Kuwamori sensei le hacía una pregunta a Yamaguchi sensei, y de ese modo podía yo conseguir una respuesta.
¿Se consideraba inoportuno, o acaso grosero, formular una pregunta?
Nada de eso. Lo que pasaba es que, simplemente, no se podía.
Si la graduación era muy baja, resultaba imposible hablar con maestros de alta graduación. El sistema era así.
Nada de eso. Lo que pasaba es que, simplemente, no se podía.
Si la graduación era muy baja, resultaba imposible hablar con maestros de alta graduación. El sistema era así.
Hoy en día viene Katô sensei, que es 8vo. dan, a dictar un seminario en nuestra escuela, ustedes le hacen preguntas y él responde. Eso, hace 40 años, no sucedía. Cambiaron las cosas. O al menos cambiaron en esta parte del mundo.
¿Se leía alguna clase de material sobre la disciplina, sobre el Fundador del Aikido, o todo era práctica y acción?
Yo no sabía gran cosa sobre Osensei. Cuando vine a la Argentina y empecé a compartir prácticas con alumnos de Kurata sensei, ellos me enseñaron mucho de lo que es la “teoría” del Aikido. Se hablaba de Osensei en Japón, sí, pero no se leía historia sobre él ni nada parecido. Si uno hacía muchas preguntas te decían “¡practicá!”, “si no practicás, nunca vas a entender”.
Yo no sabía gran cosa sobre Osensei. Cuando vine a la Argentina y empecé a compartir prácticas con alumnos de Kurata sensei, ellos me enseñaron mucho de lo que es la “teoría” del Aikido. Se hablaba de Osensei en Japón, sí, pero no se leía historia sobre él ni nada parecido. Si uno hacía muchas preguntas te decían “¡practicá!”, “si no practicás, nunca vas a entender”.
Por más que se aprenda “teoría” –acá, teoría, sabían todos (qué es el Ki, qué es kokyuho)– no se pueden desarrollar los conceptos si falta la práctica. En aquellos primeros años de Argentina, aparecía alguien que agarraba con más fuerza de la habitual y ya no se lo podía mover. Yo me preguntaba entonces sobre el papel de la “teoría del Ki”, y todo me parecía una farsa: no deseaba esconderme detrás de una teoría que otros sostenían pero que, al fin y al cabo, no podían concretar. Esa era la peor difusión que podía hacerse sobre el Aikido. A partir de ahí comenzaría a cambiar la historia del Aikido en Argentina.
¿Cómo se pasa de esto al hecho de que usted ha escrito tres
libros? ¿Cómo ha sido la experiencia de decidirse a escribir, pese a que
el Aikido es, fundamentalmente, una práctica?
Los libros que publicamos forman parte de todo lo que es difusión. Están destinados, ante todo, a gente que no practica o a principiantes. La idea es que puedan leer y, a través de ese contacto, entusiasmarse con lo que hay de distinto en Aikido, descubrir que pueden hacerlo. Por supuesto, también los pueden leer los practicantes avanzados.
Los libros que publicamos forman parte de todo lo que es difusión. Están destinados, ante todo, a gente que no practica o a principiantes. La idea es que puedan leer y, a través de ese contacto, entusiasmarse con lo que hay de distinto en Aikido, descubrir que pueden hacerlo. Por supuesto, también los pueden leer los practicantes avanzados.
En verdad, yo no tengo la auténtica capacidad de ser escritor. El Profesor Pinkler me ayudó a ensamblar en papeles lo que quería transmitir.
Fíjense que apenas puedo dar clases y enseñar. Compartir las clases es mucho ya. Mis capacidades solo alcanzan para eso; lo que pasa es que tengo muy buenos alumnos que siempre me apoyan en todo.
Sucede lo mismo con ustedes: gracias a lo que están haciendo, al periodismo que emprendieron, posiblemente se logre difundir más la disciplina.
Aikido es algo que hacemos entre todos. No es que yo haya hecho algo en el pasado y que ahora se los transmita. Todos estamos haciendo el Aikido. Los libros en colaboración con Leandro Pinkler, el Dojo, los distintos Dojos, ustedes, todos crecemos juntos. Esto es lo lindo de Aikido: nadie puede hacer solo las cosas, y mucho menos en nuestro arte.
En su época de práctica en Japón, ¿tenía un grupo? ¿Hizo amigos? ¿O se sentía solitario?
Sí, teníamos grupos de las mismas graduaciones, pero sucedió lo mismo que sucede acá. Si ustedes se acuerdan de cuando empezaron a practicar, pregúntense, entonces, cuántos de su misma promoción llegaron, al fin, a cinturón negro. Nosotros éramos 20 compañeros que íbamos a comer soba o ramen, íbamos a la esquina de un bar a hablar sobre lo que habíamos practicado durante el día, cómo lo habíamos hecho, qué no habíamos hecho, qué había estado mal y qué bien. También hablábamos sobre qué era lo que no habíamos podido aguantar.
Sí, teníamos grupos de las mismas graduaciones, pero sucedió lo mismo que sucede acá. Si ustedes se acuerdan de cuando empezaron a practicar, pregúntense, entonces, cuántos de su misma promoción llegaron, al fin, a cinturón negro. Nosotros éramos 20 compañeros que íbamos a comer soba o ramen, íbamos a la esquina de un bar a hablar sobre lo que habíamos practicado durante el día, cómo lo habíamos hecho, qué no habíamos hecho, qué había estado mal y qué bien. También hablábamos sobre qué era lo que no habíamos podido aguantar.
Conversaban fluidamente sobre la práctica…
Todos los días. No había momento en que no habláramos de Aikido. Pero el problema está en que, después, de esos compañeros van quedando cada vez menos, hasta que se conserva solo uno o pasa como me sucede a mí hoy en día, que no tengo ya ningún compañero de esa época que siga practicando. Es habitual. En el CDA, cada 1000 cinturones blancos hay solamente uno que llega a cinturón negro.
La constancia de haber llegado a cinturón negro, de descubrir que solamente se ha dado el primer paso en Aikido y continuar practicando la tienen muy pocas personas. De cada 100 1ros. danes solo uno va a llegar a 4to. dan.
Todos los días. No había momento en que no habláramos de Aikido. Pero el problema está en que, después, de esos compañeros van quedando cada vez menos, hasta que se conserva solo uno o pasa como me sucede a mí hoy en día, que no tengo ya ningún compañero de esa época que siga practicando. Es habitual. En el CDA, cada 1000 cinturones blancos hay solamente uno que llega a cinturón negro.
La constancia de haber llegado a cinturón negro, de descubrir que solamente se ha dado el primer paso en Aikido y continuar practicando la tienen muy pocas personas. De cada 100 1ros. danes solo uno va a llegar a 4to. dan.
Por lo general, observamos que mucha gente se gradúa como
1er. dan y abandona, al poco tiempo, la práctica. ¿Qué otra opinión
tiene sobre esta evidencia?
¿Saben porqué sucede eso? Porque esos practicantes no se fijaron otra meta.
Les cuento una historia en dos minutos, antes de que comencemos con la clase.
En el año 1960, cuando John Fitzgerald Kennedy asumió como Presidente de los EE.UU., la gente de la NASA se fijó una meta para esa década que comenzaba: querían que el hombre llegara a la Luna. Científicos, pilotos, el equipo de personas que trabajaba con ellos, desde el que servía café hasta cualquiera de los profesionales compartían la meta que se habían impuesto. En el año 1969 se cumplió con el objetivo. Al año siguiente, la NASA tuvo la peor de sus crisis. Enfermedades que afectaban a su personal, individuos que se suicidaban… El problema ya no era que el hombre llegara a la Luna, esa había sido una fuerza emprendida por todos y concluida. A partir de que llegó el primer astronauta a la Luna ya no tenían más qué hacer: habían perdido su meta y terminado, de algún modo, con todo su trabajo.
¿Saben porqué sucede eso? Porque esos practicantes no se fijaron otra meta.
Les cuento una historia en dos minutos, antes de que comencemos con la clase.
En el año 1960, cuando John Fitzgerald Kennedy asumió como Presidente de los EE.UU., la gente de la NASA se fijó una meta para esa década que comenzaba: querían que el hombre llegara a la Luna. Científicos, pilotos, el equipo de personas que trabajaba con ellos, desde el que servía café hasta cualquiera de los profesionales compartían la meta que se habían impuesto. En el año 1969 se cumplió con el objetivo. Al año siguiente, la NASA tuvo la peor de sus crisis. Enfermedades que afectaban a su personal, individuos que se suicidaban… El problema ya no era que el hombre llegara a la Luna, esa había sido una fuerza emprendida por todos y concluida. A partir de que llegó el primer astronauta a la Luna ya no tenían más qué hacer: habían perdido su meta y terminado, de algún modo, con todo su trabajo.
Muchos hacen el esfuerzo de llegar a cinturón negro… La pregunta es “para qué lo hacen”, “con qué propósito”. ¿Para qué sirve llegar si no se sabe qué se hará con eso?
La idea correcta, para mí, es llegar a 1er. dan para empezar Aikido, para recién comenzar a entender lo que es Aikido.
O sea que muchos practican con el objetivo equivocado…
Si el objetivo es llegar a cinturón negro para mostrárselo a los demás, entonces está equivocado. ¿Qué queda después de eso? Cuando entiendan e interpreten para qué sirve haber llegado hasta ahí, recién estarán en el camino. De ese modo sí sirve ser 1er. dan, porque el objetivo está planteado de otra manera. Pero, igualmente, es muy normal que ocurra lo que les cuento; sucede acá y en todos lados, porque se pierde cierto grado de objetividad cuando alguien sólo está enfocado unilateralmente en algo. Supongamos que conquistás a una muchacha hermosa, rubia, por decir, con determinadas características que la hacen fuera de lo común para vos. La conquistaste. ¿Y a partir de entonces qué sucede? Porque si el problema era solamente conquistarla, lo lograste y concluyó tu meta. O sea que la dejás y vas a buscar una nueva muchacha, porque lo que a vos te gustaba era la emoción de la conquista, no la muchacha en sí. Hay que pensar en eso y replantear, si es necesario, nuestros objetivos de práctica.
Si el objetivo es llegar a cinturón negro para mostrárselo a los demás, entonces está equivocado. ¿Qué queda después de eso? Cuando entiendan e interpreten para qué sirve haber llegado hasta ahí, recién estarán en el camino. De ese modo sí sirve ser 1er. dan, porque el objetivo está planteado de otra manera. Pero, igualmente, es muy normal que ocurra lo que les cuento; sucede acá y en todos lados, porque se pierde cierto grado de objetividad cuando alguien sólo está enfocado unilateralmente en algo. Supongamos que conquistás a una muchacha hermosa, rubia, por decir, con determinadas características que la hacen fuera de lo común para vos. La conquistaste. ¿Y a partir de entonces qué sucede? Porque si el problema era solamente conquistarla, lo lograste y concluyó tu meta. O sea que la dejás y vas a buscar una nueva muchacha, porque lo que a vos te gustaba era la emoción de la conquista, no la muchacha en sí. Hay que pensar en eso y replantear, si es necesario, nuestros objetivos de práctica.
Le hemos escuchado decir que con la “t
oma de centro” ocurre
algo parecido: “¿qué van a hacer una vez que les salga?”, preguntó usted
en alguna oportunidad. Nos seguimos haciendo esa pregunta…
No lo van a saber hasta que lo encuentren. Lo divertido de tomar el centro del compañero es que, cuando lo conseguís, podés inmovilizarlo. Pero la verdad es que hace falta saber “para qué lo inmovilizás”.
No lo van a saber hasta que lo encuentren. Lo divertido de tomar el centro del compañero es que, cuando lo conseguís, podés inmovilizarlo. Pero la verdad es que hace falta saber “para qué lo inmovilizás”.
martes, 5 de junio de 2012
Clase Especial de Aikido Yoshinkan
Hola a todos!
Sensei Fernando Martínez |
Este sábado 9 de junio una oportunidad para entrenar suwari waza con el sensei Fernando Martínez representante del Aikido Yoshinkan en Argentina. Este evento estará abierto a todas las escuelas de Aikido. La cita es a partir de las 14:30 y hasta las 18:30 en el Dojo de Club Banco Nación.
lunes, 4 de junio de 2012
Embukai Internacional Iwama 2012
Hola a todos!
La semana pasada nuestro amigo y colaborador Jorge Ulloa nos anunciaba en su cuenta twitter (@georgeinadvance) que estaría presente en la Demostración anual de Dento Iwama Ryu realizada el 2 de junio en Japón. Hoy encontré en el blog editado en portugués llamado Iwamanews algunas fotos de este evento y que me dispongo a compartir con todos ustedes.
Al igual que pusimos las exhibiciones de los maestros de la Yoshinkan y de Aikikai, comienzo la búsqueda de algunos videos que nos den luces de lo que sucedió en este gran evento encabezado por el maestro Saito.
Al igual que pusimos las exhibiciones de los maestros de la Yoshinkan y de Aikikai, comienzo la búsqueda de algunos videos que nos den luces de lo que sucedió en este gran evento encabezado por el maestro Saito.
Foto grupal |
Soke Saito |
Soke Saito |
Tadayuki Ogoshi Sensei |
Teruo Tsuihiji Sensei de Gunma |
William Doublet con José Silva |
Soke Saito |
sábado, 2 de junio de 2012
El Aikido como herramienta
Hola a todos!
El texto que les presento hoy es de un buen amigo, el sensei Daniel Neves a quien conocí personalmente cuando tuve la fortuna de viajar el año pasado a la Argentina. El Aikido como herramienta es un texto que nos acerca a los beneficios infinitos que podemos obtener cuando practicamos con regularidad
Extraído de: http://aikidoxp.blogspot.com/2011/09/el-aikido-como-herramienta.html
El texto que les presento hoy es de un buen amigo, el sensei Daniel Neves a quien conocí personalmente cuando tuve la fortuna de viajar el año pasado a la Argentina. El Aikido como herramienta es un texto que nos acerca a los beneficios infinitos que podemos obtener cuando practicamos con regularidad
Extraído de: http://aikidoxp.blogspot.com/2011/09/el-aikido-como-herramienta.html
El aikido es una excelente herramienta. Para qué? eso dependerá de lo
qué necesitemos. Y claro está, de si sabemos o no usar las herramientas
que tenemos.
En estos años aprendí, -entre tantas cosas- que más allá de tener las herramientas delante de nuestros ojos, es muy importante tener una guía para aprender a utilizarlas.
En estos años aprendí, -entre tantas cosas- que más allá de tener las herramientas delante de nuestros ojos, es muy importante tener una guía para aprender a utilizarlas.
Si necesitamos colocar un clavo en una pared, podremos hacerlo con una
tenaza? Sí, con mucho trabajo seguramente lo logremos. Pero lo mejor
será tener un martillo, y además, saber que hay que usar la cabeza y no
el mango, para golpear el clavo.
El aikido es igual. Todo depende de nuestra habilidad para utilizarlo. Puede servir para mejorar nuestro estado físico, nuestra postura, para hacernos sentir más seguros, para divertirnos, quitarnos el stress, o practicar defensa personal-
Todo esto, como ya dije en otro momento, es bueno, pero aikido ofrece mucho más que eso.
Aikido puede ser un destornillador, un martillo, o una Victorinox de 33 usos. Todo depende de cuánto practiquemos para poder aprender cada día más.
Un buen ejemplo es el siguiente: hace poco tiempo un compañero de práctica me comentó que, al practicar aikido, con el tiempo pudo darse cuenta que esto mejoraba su forma de trabajo. Él trabajo con personas, directamente con sus problemas. Por eso, este contacto se hacía muy difícil de sobrellevar. Aikido, según él, lo ayudó a cambiar la forma de recibir estas cosas, y que no le pesaran tanto. Nunca dejaron de importarle, pero podía controlar de otra forma la manera en que le afectaban.
También me contó, y esto me resultó muy fuerte, que en el momento en que comenzó su práctica, diariamente tomaba casi una botella de ginebra, y fumaba tres atados de cigarrillos. Nunca lo hubiese imaginado conociéndolo ahora.
Pero consultó en la oficina del dojo cuántas veces se podía practica por semana. Y le contestaron que todas las que quisiese...y el cuerpo le aguantara...Así que decidió que iba a dejar todo lo que le impidiera practicar aikido con mayor frecuencia. Lo primero que dejó fue el alcohol, y luego los cigarrillos.
Aikido no fue solo una herramienta. Fue un conjunto importante, para mejorar su calidad de vida.
Dejémos que nuestro cuerpo nos enseñe a aprender cómo utilizar el aikido para mejorar
El aikido es igual. Todo depende de nuestra habilidad para utilizarlo. Puede servir para mejorar nuestro estado físico, nuestra postura, para hacernos sentir más seguros, para divertirnos, quitarnos el stress, o practicar defensa personal-
Todo esto, como ya dije en otro momento, es bueno, pero aikido ofrece mucho más que eso.
Aikido puede ser un destornillador, un martillo, o una Victorinox de 33 usos. Todo depende de cuánto practiquemos para poder aprender cada día más.
Un buen ejemplo es el siguiente: hace poco tiempo un compañero de práctica me comentó que, al practicar aikido, con el tiempo pudo darse cuenta que esto mejoraba su forma de trabajo. Él trabajo con personas, directamente con sus problemas. Por eso, este contacto se hacía muy difícil de sobrellevar. Aikido, según él, lo ayudó a cambiar la forma de recibir estas cosas, y que no le pesaran tanto. Nunca dejaron de importarle, pero podía controlar de otra forma la manera en que le afectaban.
También me contó, y esto me resultó muy fuerte, que en el momento en que comenzó su práctica, diariamente tomaba casi una botella de ginebra, y fumaba tres atados de cigarrillos. Nunca lo hubiese imaginado conociéndolo ahora.
Pero consultó en la oficina del dojo cuántas veces se podía practica por semana. Y le contestaron que todas las que quisiese...y el cuerpo le aguantara...Así que decidió que iba a dejar todo lo que le impidiera practicar aikido con mayor frecuencia. Lo primero que dejó fue el alcohol, y luego los cigarrillos.
Aikido no fue solo una herramienta. Fue un conjunto importante, para mejorar su calidad de vida.
Dejémos que nuestro cuerpo nos enseñe a aprender cómo utilizar el aikido para mejorar
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