He conseguido esta info en: aikidolarraona.blogspot.com y después en aikidotalavera.blogspot.com
Qué sabio era este maestro! Según los enlaces que visité, esta fue la carta que dejó el sensei antes de fallecer.... Después de leer esto, no me quedan más palabras...
(Publicado el 8 de Julio de 2010 por Sensei)
Yo quería excusarme ante vosotros de lo acontecido en la primavera  de este año, cuando la enfermedad me tenía postrado y pediros que me  perdonéis por no haber podido dirigir los cursos programados. Os  agradezco muy vivamente vuestro interés hacia mi persona y todas  vuestras atenciones.
Voy a intentar  explicar mi actitud en el curso de  esta enfermedad, actitud que ha  podido hacer pensar a muchos que estoy en contra de la medicina o de los  médicos, en contra de los medicamentos u otros productos semejantes.
El que yo no quería ir al hospital, no tome medicinas o rehuse a  las inyecciones, no quiere decir que esté en contra de los cuidados, muy  al contrario. Algunos amigos médicos, practicantes de Aikido, han  podido a su criterio, durante este período, auscultarme, aconsejarme,  aplicarme acupuntura y hacerme beber infusiones diversas.
Dicho esto, querría tratar con vosotros sobre la enfermedad en general.
Muchas personas  hacen responsables de la enfermedad al frío, al  calor, a los microbios, los accidentes, la fatiga, la mala nutrición, un  sistema de vida desarreglado, la agitación mental, la herencia, etc...  En realidad, el responsable verdadero de la enfermedad no hay que  buscarlo entre estas escusas, el responsable es uno mismo. De igual  manera que en Aikido el ataque adverso no puede alcanzarnos nada más que  si dejáis una abertura en vuestra guardia, de la misma forma la  enfermedad os invadirá nada más que cuando estéis débiles u ofrezcáis un  punto de debilidad.
Debemos pues, cada  día, en este dominio, como en el Aikido, estar vigilantes; disciplina  alimenticia, plan de vida, relajación, firmeza mental, ni exceso ni  defecto de ejercicio, saber conservar un equilibrio constante entre el  cuerpo y el espíritu. En consecuencia hay que, todos los días de la  vida, actuar así y no solamente durante el periodo en el que el mal te  afecta, pues entonces es demasiado tarde. Para ilustrar mi pensamiento,  os citaré un dicho japonés: "no es ya tiempo de tensar la cuerda que ate  al ladrón, si ella no lo está ya antes de la captura del ladrón".
Hay que estar siempre prestos, única condición para la  tranquilidad. Desgraciadamente el hombre comete errores. En la sociedad  un error está sancionado. en nuestra propia vida el error está castigado  con la enfermedad. Por consecuencia, se puede decir que enfermedad es  la señal del error. Esto quiere decir que estáis equivocados, pero  todavía hay posibilidad de restablecimiento. Pequeña falta: pequeño  aviso (fiebre, dolor de cabeza, fatiga, etc...), falta grave:  convalecencia en la cama.
El aviso está  comprendido si nosotros sabemos dar prueba de humildad y reconocemos los errores, entonces es posible recuperar con rapidez la salud.  Desgraciadamente no actuamos a menudo así. Preferimos continuar con  nuestras costumbres o remediar el mal con medicamentos de choque (manera  de esquivar el mal), matando los microbios con antibióticos o las  células enfermas con radiaciones, o bien gracias a la cirugía.
¿Creéis entonces que hemos reconstruidos nuestras defensas? Yo dejo  a vuestra reflexión la imagen siguiente: "si un enemigo destruye la  puerta de la fortaleza, aunque haya muerto el enemigo, la puerta queda  destruida y es paso abierto, la fortaleza es pues accesible".
Otro aspecto de la enfermedad es el dolor. Yo quería hablaros igualmente del dolor.
La reacción normal es hacer frente al dolor lo más rápidamente  posible con medicinas. Sin embargo existe en la naturaleza, incluso en  los materiales sólidos, una fuerza de enderezamiento, por ejemplo la  rama doblada que tiene tendencia a volver a la posición primitiva. El  cuerpo posee esta fuerza reequilibradora. El dolor le dobla, le rompe en  dos, la fiebre le tortura, su fuerza de enderezamiento lo vuelve a  levantar.
Si al contrario, vosotros  matáis esa fuerza de enderezamiento, sino la mantenéis muy viva, corréis  el riesgo de quedar rotos, de no volver a recuperar vuestra salud. Así  yo mismo, durante mi enfermedad, sufrí dolores muy violentos. También  durante mucho tiempo luché contra este dolor y volví a sentir aún más  violentamente esos dolores, hasta el día en que, al borde de mi  resistencia tanto física como mental, yo me abandoné al dolor. Ese día  al mismo tiempo que se producía este relajamiento, que yo alcanzaba ese  estado de no resistencia, el dolor se fué atenuando y desapareciendo.  Curiosamente, por breves instantes, el verde de los árboles llegó a ser,  ante mi ventana, más bello. Esa sensación está todavía muy viva en mi.  Si este dolor hubiera llegado a ser más violento, el desvanecimiento es  una protección natural. Es inútil inquietarse, hay que aprender a  aceptar, a tener confianza en vosotros mismos. La enfermedad es pues una  experiencia. La salud es el silencio de los órganos. Ellos trabajan en  secreto y por eso mismo los olvidamos muy fácilmente, quizás debiéramos  dar gracias a la enfermedad que viene a tocar la campana de alarma. ¿No  sería la enfermedad una huelga de los órganos descontentos por el trato  que los damos?. En cada uno de los órganos, aún siendo una pequeña parte  del cuerpo, al examinarlos podemos entender como colaboran a la marcha  del conjunto. 
Igualmente en cada célula podemos ver reflejado el cuerpo  entero. De haí esas ciencias que a partir de ciertos órganos como el ojo  o la oreja, pueden diagnosticar y tratar desequilibrios generales. Lo  mismo que ocurre con el espíritu. Un hombre no es un cuerpo y un alma  separados, sino al contrario, la unión estrecha de un cuerpo y un alma. 
La unificación de todas las partes del cuerpo es necesaria para el  buen funcionamiento del cuerpo. ¿No es lo que nos enseña el Aikido y lo  que debemos aprender?. Un pequeño desequilibrio en la salud puede traer  graves consecuencias. En la práctica de las artes marciales, un pequeño  desequilibrio puede conducir a la muerte. Nosotros somos pues los  responsables. Es por lo que, en mi caso personal, yo soy el único  responsable, y no los microbios u otras causas. La enfermedad demuestra  que el Aikido enseña que en un 99% de las situaciones adversas, en tanto  dure la situación, es posible tomar las riendas y enderezarlas.
Yo advierto que este don no se adquiere más que con trabajo  constante y una vigilancia sin fallo. Pero nosotros al mostrarnos  indifirentes permitímos que salte la alarma. Este aviso debe ser  utilizado para descubrir las causas de nuestra debilidad y saber  remediarlas, y esto debe ser así tanto en la vida como en el dojo. Es  por este motivo que no debemos rechazar la enfermedad o el desmayo, sino  aceptarlo para intentar mejorarnos.
La  causa del mal puede ser antigua, remontarse a muchos años atrás. Puede  ser una picadura o un golpe el que puede acarrear el mal. Incluso si la  fiebre baja el dolor remite, las causas profundas todavía no han sido  resueltas. Si las causas son antiguas, es normal que sean necesarios  varios años de cuidados para atenderlas adecuadamente. Tal es mi  razonamiento para la aceptación de la enfermedad y mi lucha en  consecuencia. Pero si el hombre dispone de un 99% de su destino, creo  que un 1% de este porvenir se le escapa; este 1% puede que esté en manos  de Dios. ¿Jugará Él a su favor o en su contra?. Cada hombre tiene, sin  duda, una misión que cumplir. Por ejemplo: ¿O Sensei debía darnos el  Aikido?, ¿mi misión es traeros este Aikido?. Sí, si Dios nos aporta este  1% necesario. En caso negativo este 1% nos faltará y quizás muramos,  pero es Dios quien decidirá. En ese caso ¿para qué la angustia?, no  depende de nosotros.
Tal es mi  pensamiento profundo, Os pido que no hagáis nada por mí. Yo me he  aprovechado de esta enfermedad para hacerme cuidad, hacerme mimar, para  descansar, he abusado de vuestra amistad.
Actualización:
Recomendamos leer también:
http://kokyu-dosa.blogspot.com/2010/09/la-ultima-carta-de-tamura-sensei.html
http://kokyu-dosa.blogspot.com/2010/09/reflexiones-acerca-de-la-carta-de.html
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Cuánta sabiduría. Un hombre realmente admirable,
ResponderEliminarGracias Jose te lo copio:)
saludos de vuelta del frio al verano de Gran Canaria
Un documento impresionante que refleja la gran personalidad de sensei Tamura.
ResponderEliminarYo también te lo copio.
Gracias
Quelle humilité venant d'un homme que tous les pratiquants européens d'Aikido et d'ailleurs révéraient. Sacrée leçon. Une de plus...Et elles ne sont pas finies...Merci Sensei.
ResponderEliminarGracias a todos ustedes por dedicarnos su valioso tiempo.
ResponderEliminarVuelvan pronto,
Jose
Es maravilloso la saviduria de Sensei, intentare reflexionar mas amenudo de quien soy, gracias por la carta.
ResponderEliminarcopio el enlace
J.L. DEL Rio
Me alegro mucho! Esa es la intensión que tenemos desde KOKYU-DOSA ayudar a la reflexión de todos!
ResponderEliminarBienvenido!
Esta carta es de hace 20 años y el maestro la escribió durante su convalecencia de una enfermedad leve. NO corresponde a su última enfermedad fatal. Madame Tamura a pedido a través de Stèphane Benedetti que por favor se retire esta carta de la red, y se publique una nota aclarando la fecha real en que la escribió Sensei.
ResponderEliminarGracias por vuestra colaboración